Sociedad

Guerra del cerdo: la disputa que casi provoca una batalla entre los EEUU y el imperio Británico

Granjas en la isla de San José

Granjas en la isla de San José / M.G.

Para llegar hasta este momento histórico han tenido que pasar una serie de acontecimientos que han configurado la historia de una u otra manera. Imaginar que hubiera pasado si Colon si hubiera llegado realmente a la India, o que Fernando VII nunca hubiera sido rey de España son ejercicios de imaginación curiosos. 

Pero la realidad siempre supera a la ficción, y Estados Unidos tiene un master en este tema. Toda la historia que se conoce sobre este país pudo cambiar en 1859 por culpa de un cerdo. Si, un cerdo inicio una guerra entre los Estados Unidos y el Imperio Británico

Todo empezó en la isla de San Juan, situada al noroeste de Washington en Estados Unidos. En junio de 1859, el granjero Lyman Cutlar descubrió que un gran cochino negro se estaba comiendo sus patatas. Tras descubrir al porcino ladrón decidió pegarle un tiro y matar al animal en el acto. 

Esto no sentó nada bien a su propietario un irlandés llamado Charles Griffin. Cuando la noticia del infausto asesinato de su puerco llegó hasta sus oídos, el granjero decidió ir a pedir explicaciones a Cutlar. Este último no reaccionó muy bien a las demandas de Griffin, y el irlandés se marcho del territorio de su vecino prometiendo que la cosa no se quedaría así. Y no quedaron así para nada. 

El problema real residía en la soberanía del territorio de la isla de San Juan, disputada entre los británicos y lo estadounidenses. Después del incidente, algunos de los colonos estadounidenses comenzaron a recriminarle a Cutlar una compensación economica a Griffin por la matanza de su animal, llegando a amenazarle con arrestarlo si no lo hacía.

Ante la negativa de este, los colonos pidieron refuerzos a las fuerzas armadas estadounidenses, por lo que enviaron a 66 soldados con un teniente al mando a la pequeña isla. Enviar soldados a un territorio que se encuentra en un limbo burocrático y territorial no suele ser la mejor de las opciones.  Cuando el gobernador británico se enteró envió más de seiscientos marinos en tres barcos de guerra, buscando que los estadounidenses se achantasen. Pero no, eso no ocurrió. 

Desde los Estados Unidos, en vez de venirse abajo, enviaron a 450 soldados más bien cargados con docenas de cañones. Por su parte el Imperio Británico asediaba la isla con cinco buques de guerra y dos mil soldados dispuestos a empezar una guerra por un cerdo muerto. 

Las órdenes eran claras en los dos bandos, no había que disparar primero. Al final el gobernador británico dio la orden de desembarcar y si se daba el caso comenzar una guerra con los estadounidenses. Ante esta orden, y en un ataque de sensatez, el comandante al mando de las fuerzas de Su Majestad se negó en rotundo a comenzar una guerra por un puerco. 

Cuando estas noticias llegaron a los mandatarios de ambos países las negociaciones fueron rápidas y eficaces. Nadie salió herido de la guerra del cerdo, solo el marrano asesinado.

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