La Salud

Tarifa disfruta del procesionar del Cristo Crucificado más bello

  • La lluvia hace acto de presencia y obliga a acortar el recorrido hacia el templo

La imponente caída de agua desde por la mañana y que se prolongó hasta la tarde, no presagiaba que la Hermandad de Penitencia del Santísimo Cristo de la Salud y Nuestra Señora de los Dolores de Tarifa podría llevar a cabo su estación penitencial como finalmente ocurrió y la localidad, sus ciudadanos y los foráneos pudieron disfrutar de la belleza plástica de los titulares de la hermandad de penitencia fundada en 1944.

A pesar de la intensidad de la lluvia, los hermanos se mostraban confiados. El que más el hermano mayor, Pedro Castro, quien cuando San Mateo era cobijo ante la lluvia, afirmó tajantemente, "salimos seguro". Y seguras salieron las imágenes cuando el reloj marcaba las ocho y media de la tarde. Seguras pero precavidas ya que las nubes que se cernían sobre los pasos amenazaban lluvia y ésta al final se concretó, por lo que se realizó un recorrido menor al previsto. Así, la procesión enfiló las calles General Morcardó y la de Guzmán el Bueno, pero al llegar a la puerta del castillo, en lugar de adentrarse por el laberinto de calles angostas, las imágenes se fueron por la espaciosa Calzada de Sancho IV para regresar antes de lo previsto a su templo.

Preciosa estampa de este Cristo de Sangre, una impresionante talla barroca del último cuarto del siglo XVII de autoría anónima, si bien la atribución de su autoría ha variado en los últimos años. Si Mariano Benlliure lo atribuyó como obra de don Pedro de Mena y otros a Martínez Montañés, los estudios históricos más recientes atribuyen su autoría a la mano o entorno inmediato del escultor sevillano Felipe Martínez.

Sea como fuese, la única certeza es que se trata de un bello Crucificado muerto que en su doloroso peregrinar en su bonito paso adornado con claveles rojos y lirios morados, hacia los que se dirige la mortecina mirada de un hombre muerto, mancillado y torturado. Resplandeciente en su paso que con la incorporación el pasado año de la preciosa candelería obra del escultor de San Fernando Juan Carlos García Díaz que acentúa la plasticidad de las bellas formas del Cristo que se convierte en viva ilustración de la valiosa imaginería tarifeña cuando la cal de las casas de la calle Guzmán el Bueno devuelven la sombra de su imponente silueta.

El Cristo desfiló bajo los sones de la banda de cornetas y tambores de Nuestro Padre Jesús de las Tres caídas de Arcos de la Frontera, cargado por 24 costaleros que cargan al modo de "molía" cumpliendo las órdenes del capataz, J.L. Cepillo, recorriendo el adoquinado tarifeño.

Tras el paso del Cristo desfiló Nuestra Señora de los Dolores, el rostro mariano más bello de las noches de pasión. La "Reina de San Mateo" como los más fervientes catalogan a esta Dolorosa de expresión serena y amargura contenida. La Virgen de Los Dolores servía como comodín en las procesiones de la Semana Santa de principios de siglo. Organizada, casi toda la Semana Mayor por la Cofradía del Nazareno, la Virgen de los Dolores, bien salía con el Nazareno, o sola.

Esta Virgen de los Dolores que regalara doña Dolores Terán Sotomayor, se trata de una imagen de candelero, según apuntan algunos estudiosos, propia de la escuela valenciana. La imagen en su paso de palio era utilizada para acompañar a muchas cofradías, y es por ello que se diseñó un sistema que le permitía girar la cabeza, para darle un aspecto distinto según el día que procesionase.

En su fúnebre pero decorado paso de palio con los doce varales repujados, con 64 cirios que acrecentaban en su rostro la amargura de una madre rota de dolor, la Virgen fue regalando aromas de fe en sus mecidas regaladas por sus costaleros a las órdenes de Alfonso Sevilla y a los sones de la banda. El paso fue decorado con claveles blancos y capullos de rosas color champagne.

Entre el paso del Cristo y de la Virgen unos 70 nazarenos ataviados con capirotes negros con el escudo de la hermandad y la túnica roja con abotonadura blanca al igual que el cíngulo y la capa. Nazarenos y un pueblo regocijado que en el día de ayer, 75 años después de la salida procesional del Cristo, pudo admirar a sus bellas imágenes.

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