LA GUARDIA CIVIL EN SAN ROQUE (CCIX)

La reorganización en la posguerra civil (XXVIII)

Opinión, cabecera y retrato de Antonino Potti Trigo, director de "La Correspondencia Militar" en el libro "Auto Pista Madrid-Cuenca-Valencia, S.A." (1927).

Opinión, cabecera y retrato de Antonino Potti Trigo, director de "La Correspondencia Militar" en el libro "Auto Pista Madrid-Cuenca-Valencia, S.A." (1927).

En el pasado capítulo se citó como el entonces brigada de Carabineros Eusebio Fernández Chimeno rindió un especial homenaje al fallecido capitán del mismo Instituto, Antonino (a veces salía publicado oficialmente como Antonio) Potti Trigo, en su obra publicada en 1936, antes de iniciarse la desdichada guerra civil, llamada Escalafón General del Cuerpo de Carabineros.

Dicho capitán, nacido el 21 de septiembre de 1876 e ingresado en el servicio a los 16 años de edad, es decir, el 21 de septiembre de 1892, no fue un oficial más de tan honroso Cuerpo, tal y como se verá más adelante, por lo que se merece que se le dedique esta página. Además estuvo destinado casi dos años en el empleo de primer teniente en la Comandancia de Algeciras. Fue a ella por real orden de 9 de febrero de 1917, procedente de la Comandancia de Gerona, siendo posteriormente destinado por real orden de 27 de enero de 1919, a la Comandancia de Guipúzcoa.

Su presencia en nuestra comarca fue recogida en varias ocasiones por la prensa local. Un curioso ejemplo lo tenemos en el diario liberal independiente, y pro-británico, El Campo de Gibraltar, núm. 725, correspondiente al 1º de marzo de 1918. Dicho periódico se autodenominaba “Órgano defensor de los intereses de la región y de los de España en África”. Su redacción y administración estaba en el antiguo núm. 8 de la calle Teniente Serra, en Algeciras.

En dicho artículo se hacía especial referencia como “distinguido amigo” a Potti, reconociendo su condición de oficial de Carabineros, y se citaba de forma especial a su hija Amalia como participante al día siguiente, sábado, en una velada artística a celebrar en el “Salón Imperial”, dónde tomarían parte notabilísimos aficionados de Algeciras y la Línea de la Concepción. Tan sólo decir que poco antes se había tratado de “muy estimado amigo” al teniente coronel Valeriano Lorenzo Rodríguez, jefe de dicha Comandancia de Carabineros, con motivo de su boda con Rafaela de los Ríos Le-Roux, el 15 de febrero.

Pero antes de proseguir hay que precisar que el brigada Fernández decía en 1936, al inicio de su obra citada, que dicho “entusiasta” capitán, diez años antes, “publicó el Anuario Guía del Cuerpo de Carabineros, libro de utilidad reconocida, pero que por haberse desistido del intento en sus primeros comienzos murió, como por los azares de la vida mueren tantas cosas buenas”.

Tal afirmación hay que decir que siendo cierta es inexacta y no es nada completa. Para ello se va a acudir primero a una real orden de 30 de marzo de 1925, dimanante de la Sección de Justicia y Asuntos Generales del Ministerio de la Guerra, que fue publicada en el diario oficial núm. 72, de fecha 1 de abril siguiente. Estaba dirigida al director general de Carabineros que era entonces el teniente general José Olaguer-Feliú Ramírez.

Concretamente se autorizó la publicación de ese “Anuario Guía” al teniente coronel de Carabineros Francisco Santaella Sánchez, destinado como jefe de la Secretaría de la Dirección General de dicho Instituto; en unión del comandante de Infantería Federico Acosta Roldán, disponible en la 1ª Región (Madrid); del de igual empleo de Carabineros Ángel Sánchez Alonso, que era auxiliar del 4º Negociado (Organización y disciplina) de dicha Dirección General; y del teniente Potti, que por aquel entonces estaba destinado en la Comandancia de Valencia.

Dicha obra iba a contener, “los nombres y apellidos de todo el personal del Cuerpo; con resumen detallado de los puestos, sus características geográficas, históricas y estadísticas; hechos de armas más notables, aprehensiones de importancia, recompensas y demás vicisitudes y consideraciones sobre Código de Justicia y demás legislación militar y de Hacienda; especialmente del reglamento de Alcoholes; ordenanzas y servicios peculiares de Carabineros, en analogía con lo dispuesto en el artículo 28 de la ley de Propiedad Intelectual de 10 de enero de 1879”.

Hay que añadir que el 1º de marzo de 1931, el ya teniente coronel Sánchez Alonso, que era el ayudante de campo del general de división y subdirector del Cuerpo de Carabineros Eladio Soler Pacheco, cumplió 60 años, pasando a la situación de reserva por cumplir la edad reglamentaria. Justo dos años después, pasó reglamentariamente a retiro. Hay constancia documental de que por real orden de 25 de agosto de 1900, siendo segundo teniente (alférez), fue destinado a la Comandancia de Cádiz, procedente de la de Lérida, donde estuvo destinado un par de años, antes de pasar a la Comandancia de Mallorca.

Sobre el general Soler, que era natural de nuestro San Roque, hay que recordar que ya fue anteriormente citado en otros capítulos, pues siendo capitán entre los meses de octubre de 1906 y abril de 1907 había estado destinado en la Comandancia de Algeciras. Posteriormente, entre abril de 1921 y febrero de 1922, ostentando el empleo de coronel, fue jefe de la 6ª Subinspección de Carabineros, con residencia en la capital gaditana, de la que entonces dependían las Comandancias de Carabineros de Algeciras y de Cádiz.

Como ya se dijo la semana pasada, el capitán Potti, pasó a la situación de reserva el 26 de septiembre de 1929, encontrándose en la situación de reemplazo por enfermo en la 1ª Región Militar y afecto para haberes a la Comandancia de Carabineros de Madrid. Pero lo que no se dijo es que fue uno de los directores del periódico “La Correspondencia Militar”, el cual estuvo en edición entre 1877 y 1932, donde se mezclaban cuestiones militares y políticas de muy diverso tipo.

Falleció en Madrid el sábado 14 de enero de 1933, “víctima de rápida enfermedad”, y el periódico madrileño Ahora, entre otros, publicó tres días más tarde una nota necrológica llena de afecto dedicada al finado, “por sus excepcionales condiciones de laboriosidad, inteligencia y trato de gentes, supo granjearse la simpatía y afecto de cuantos le trataron”.

Según el periódico, el entierro celebrado al día siguiente constituyó “una verdadera manifestación de duelo”, dando su pésame a la familia, y muy especialmente a sus hijos José y Luis. En representación del Cuerpo de Carabineros asistieron, según el diario, el inspector general Miguel Garrote Cancelo y el coronel Cipriano Gómez de Lázaro Robles, jefe de la Secretaría de la Inspección General.

Con dicho coronel estaba destinado el entonces comandante Leoncio Jaso Paz. Éste, siendo ya teniente coronel jefe de la Comandancia de Cádiz, sería felicitado tras los sucesos de octubre de 1934, por “sus inteligentes y entusiastas asesoramientos, respecto al empleo y distribución de sus fuerzas de Carabineros en la custodia del transformador de luz, de la Audiencia, de las Catedrales, Nueva y Vieja, y del Convento de Santo Domingo”, entre otros, así como en numerosos pueblos de la provincia. El 18 de julio de 1936 se mantuvo leal al gobierno de la República y sería condenado por el delito de rebelión militar. Fue fusilado el 6 de agosto siguiente en el castillo capitalino de San Sebastián, junto al gobernador civil de Cádiz y comandante de Artillería, Mariano Zapico Menéndez-Valdés y el capitán de Artillería Antonio Yáñez-Barnuevo de la Milla, jefe provincial del Cuerpo de Seguridad.

(Continuará).

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