LA GUARDIA CIVIL EN SAN ROQUE (CCVIII)

La reorganización en la posguerra civil (XXVII)

Dos de las obras de 1941 y 1943 del que fue teniente de Carabineros y Guardia Civil Eusebio Fernández Chimeno.

Dos de las obras de 1941 y 1943 del que fue teniente de Carabineros y Guardia Civil Eusebio Fernández Chimeno.

En el capítulo anterior se resumió como oficial del Cuerpo de la Guardia Civil, el final militar de un antiguo suboficial del Cuerpo de Carabineros que llegó a ser autor del llamado Escalafón General del Cuerpo de Carabineros, correspondiente al año 1936. Gracias a ello, por orden alfabético, se conoce el personal que estaba destinado antes de la guerra civil en la Comandancia de Algeciras y en cada uno de sus puestos de Carabineros, incluidos por lo tanto los diferentes que entonces existían en todo el término municipal de San Roque.

Lógicamente faltan los últimos cambios de destino de algunos componentes, incluidos los últimos ingresos de los recién incorporados al benemérito Instituto, pues no hay que olvidar que Carabineros, al igual que la Guardia Civil, eran beneméritos. No obstante, hay que decir que dicho número es realmente escaso frente al de la inmensa mayoría, constituyendo dicho Escalafón un elemento fundamental para el estudio del Cuerpo de Carabineros. Con la lectura de los diarios oficiales del Ministerio de la Guerra y los boletines del Guía del Carabinero de los meses previos a la contienda, puede completarse en su totalidad tan arduo trabajo.

Por otra parte, no hay que olvidar que, en el Anuario Militar de España correspondiente al año 1936, se publicó con antigüedad del mes de abril, un resumen numérico de las plantillas de generales, jefes, oficiales, asimilados, suboficiales, tropa y ganado de Carabineros. Bueno es citarlo para conocer la verdadera entidad de dicho Cuerpo que en la Ley de 15 de marzo de 1940 se dispuso la integración del personal existente en el de la Guardia Civil.

En total, según dicho Anuario, se trataban de 15.316 personas: dos generales, uno el inspector y otro el subinspector, procediendo este último de Carabineros; de 676 jefes, oficiales y asimilados (12 coroneles, 25 tenientes coroneles, 30 comandantes, 145 capitanes, 296 tenientes, 162 alféreces, 4 médicos, 1 director de música y 1 profesor de esgrima); de 14.113 hombres de Infantería, recordando que el decreto del Ministerio de Hacienda de 28 de septiembre de 1935, y normativa siguiente, había reconvertido a los de Caballería en Infantería (486 brigadas, 600 sargentos, 828 cabos, 913 carabineros de 1ª, 10.891 carabineros de 2ª y 400 cornetas); de 458 hombres de Mar (6 brigadas, 23 sargentos, 40 cabos, 34 carabineros de 1ª y 355 carabineros de 2ª); 2 maestros armeros y 65 mujeres que eran matronas (6 de 1ª y 59 de 2ª). Al desaparecer la Caballería e integrarse sus componentes en la Infantería, el número de equinos que figuraba en el Anuario de 1936 disminuyó bastante, quedando entonces una plantilla de sólo 823 caballos (490 de oficial y 333 de tropa).

Todo ello, en una comarca como es la del Campo de Gibraltar, es muy interesante ya que no hay que olvidar que de las 20 Comandancias de Carabineros que existían en España hasta 1940, sólo terminó quedando con el tiempo la nuestra, teniéndose que crear, tras decretarse la plena integración, la Comandancia de la Guardia Civil de Algeciras donde antes sólo había una compañía de la Comandancia de la Guardia Civil de Cádiz. Hasta marzo de 1940, ésta había sido única para toda la provincia gaditana, pero al integrarse los componentes del antiguo Cuerpo de Carabineros, primero llegó a haber tres comandancias de la Guardia Civil en la provincia.

De éstas, una era con cabecera en Algeciras (la antigua 10ª Comandancia de Carabineros, luego denominada 66ª Comandancia Administrativa de la Guardia Civil y finalmente, la 134ª Comandancia de la Guardia Civil, con la publicación de la Instrucción General de la Guardia Civil núm. 3, de 20 de febrero de 1941. Las otras dos Comandancias de la provincia gaditana, es decir, tanto la antigua 11ª de Carabineros de Cádiz, como la antigua provincial de la Guardia Civil de Cádiz, tenían su cabecera en la capital gaditana. Tres años después se reconvertirían en las dos que conocemos hoy día, si bien sus demarcaciones y unidades integrantes fueron cambiando durante los años siguientes. Pero tiempo al tiempo y todavía no corramos.

Volviendo a ese Escalafón general editado en 1936, de entidad particular pero que en la práctica se oficializó de una forma un tanto singular, su autor se trataba del brigada de Carabineros Eusebio Fernández Chimeno, el cual, como ya se dijo en el capítulo anterior, terminó la guerra civil en el bando republicano como teniente de dicho Cuerpo. Tras la mentada unificación de Carabineros en el Cuerpo de la Guardia Civil, se le concedió el correspondiente ingreso en el mismo, manteniendo dicho empleo.

Sin embargo, realmente no llegó a ejercerlo como tal, pues tras diversas vicisitudes, ninguna buena, fue seguidamente depurado al igual que otros muchos, pasando de forma forzosa a la situación oficial de retiro el 8 de noviembre de 1941. Dicho oficial, al que curiosamente los vencedores no le aplicaron la condición que tenía el 18 de julio de 1936, es decir, el empleo de brigada, sino el de teniente, alcanzado durante la contienda como consecuencia de la vicisitud contada en su día, de supresión de los empleos de brigada y alférez, le terminó siendo aplicada definitivamente la estricta y nada benevolente ley de 12 de julio de 1940.

Pero lejos de rendirse y mucho menos de desanimarse, antes de ser pasado definitivamente a la situación forzosa de retiro, fue haciendo uso de su condición de letrado y teniente de la Guardia Civil, desde su despacho particular montado entonces en el entresuelo del antiguo número 51 de la madrileña calle Guzmán el Bueno.

Así, entre sus obras editadas en julio de 1941, muy pocos meses antes de ser depurado y retirado, destacan, al menos, dos obras interesantes: Ley de represión del contrabando y la defraudación al día, de 184 páginas, y Circulación y tenencia legal de mercancías: Signos, marcas, señales, documentos y requisitos que necesitan toda clase de mercancías, de 334 páginas. De esta última hay constancia de que posteriormente volvió a ser publicada, en 1943 concretamente, pero sin ostentar ya en la portada el título de teniente de la Guardia Civil, circunstancia que sí hizo constar en las obras editadas en 1941.

Un merecido hecho que también hizo constar, si bien en el inicio de su Escalafón de 1936, fueron unas palabras dedicadas a un determinado oficial del Cuerpo de Carabineros, fallecido con anterioridad. Éste figuraba en el Índice de expedientes personales del Archivo General Militar de Segovia, siendo dicha obra declarada de utilidad para el Ejército en 1959.

Se trataba de alguien que ya se ha citado por otras razones en un artículo anterior y que llegó a ser el capitán de Carabineros Antonino Potti Trigo, el cual ingresó en tan benemérito Cuerpo en 1890. El 26 de septiembre de 1929, encontrándose en la situación de reemplazo por enfermo en la 1ª Región Militar y afecto para haberes a la Comandancia de Carabineros de Madrid, pasó a la situación de reserva, con el sueldo de 450 pesetas mensuales que le había señalado el Consejo Supremo del Ejército y la Marina, abonables a partir del primero de octubre siguiente.

(Continuará)

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