LA GUARDIA CIVIL EN SAN ROQUE (XL)

Las vicisitudes más destacadas entre 1922 y 1923

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Cuadro orgánico de la Comandancia de la Guardia Civil de Cádiz en 1922.

Cuadro orgánico de la Comandancia de la Guardia Civil de Cádiz en 1922.

Al finalizar el año 1922 la Comandancia de Cádiz, integrada por 569 efectivos, seguía mandada por el teniente coronel Antonio Lozano Díaz. Continuaba teniendo tres compañías de infantería cuyas cabeceras estaban ubicadas en San Fernando, Algeciras y Villamartín, así como un escuadrón de caballería en Jerez de la Frontera.

Al frente de la 8ª Compañía de Algeciras se hallaba el capitán Enrique Buscató Ventura, del que dependían las líneas de Tarifa (puestos de Facinas, Los Barrios, Algeciras y Tarifa), de Jimena de la Frontera (puestos de Buceite, Tesorillo y Jimena) y de la Línea de la Concepción (puestos de San Roque, La Línea y El Zabal), siendo su jefe el teniente Enrique Benito Gómez.

Para esas fechas ya estaba aprobado crear en el municipio de San Roque un nuevo puesto de la Guardia Civil. Concretamente en la barriada de Campamento de Benalife. En esa época tenía ya cierta entidad como núcleo de población.

Por tal razón, una de las personas más distinguidas que tenía allí propiedades, José María Patrón de Sopranis, marqués de Casa Vargas-Machuca, había elevado a principios de junio de 1919, una instancia dirigida al ministro de la Gobernación, Antonio Goicochea Cosculluela, solicitando su creación. Ofreció gratuitamente un inmueble como casa-cuartel.

Consecuentemente, el subsecretario de Gobernación, Joaquín de Montes Jovellar, solicitó informe al director general del benemérito Instituto, teniente general Juan Zubia Bassecourt, sobre la conveniencia de dicha propuesta.

Recabado el parecer del entonces jefe de la comandancia gaditana, teniente coronel Cristóbal Castañeda Castañeda, éste lo emitió el 24 de septiembre siguiente, rotundamente favorable.

Por una parte, expuso que la barriada contaba con unos 300 vecinos, “en su mayoría personal acomodado de la vecina Plaza de Gibraltar”. No hay que olvidar que Campamento era entonces el Sotogrande de principios del siglo XX. Situada en la carretera que unía el cruce de Algeciras y San Roque con La Línea de la Concepción, su vigilancia era “de extraordinaria importancia por su constante tránsito de personas, ganados y carruajes”.

Por otra parte, hizo constar que allí existía “un Centro Anarquista muy activo”. El anarquismo considerado desde sus inicios una amenaza para el Estado, siempre fue objeto de persecución por la Guardia Civil como consecuencia de sus actividades terroristas. Una década antes, concretamente el 12 de noviembre de 1912, uno de sus activistas había asesinado en Madrid al presidente del consejo de ministros, José Canalejas Méndez.

También se refería en dicho informe la existencia, a unos dos kilómetros de distancia, de la aldea de Puente Mayorga, perteneciente igualmente al municipio de San Roque, y de cuya vigilancia podría responsabilizarse el nuevo puesto a crear.

Hay que recordar que la principal competencia de la Guardia Civil en esa zona era la seguridad ciudadana. La persecución del contrabando procedente de la vecina colonia británica de Gibraltar correspondía en ambas barriadas a los puestos del Cuerpo de Carabineros del Reino ubicados en Puente Mayorga y Cachón de Jimena. Éste último tomaba el nombre del arroyo que servía de límite a los municipios de San Roque y La Línea de la Concepción, ya que su acuartelamiento se encontraba situado en sus inmediaciones.

Por su parte, el gobernador militar del Campo de Gibraltar, general de división José Villalba Riquelme, futuro ministro de la Guerra, manifestó en escrito de fecha 17 de septiembre, “que no sólo era conveniente establecer ese puesto, sino muy necesario por tratarse de un poblado bastante importante con caseríos muy esparcidos y en el que hay un Centro Anarquista muy activo”.

Finalmente, tras numeros trámites que se alargaron casi tres años, fue autorizada por real orden de 9 de agosto de 1922, la creación de un puesto de la Guardia Civil en Campamento de Benalife. Quedaba pendiente de disponerse el correspondiente inmueble que se habilitase como casa-cuartel, cuestión que todavía tardaría otros tres años más en resolverse, tal y como se relatará en un futuro artículo.

Mientras tanto, el boletín oficial del Cuerpo seguía publicando, de vez en cuando, por seguir dándose prioridad a los anuncios comerciales, algunos de los servicios más destacados que realizaban los componentes del puesto de San Roque.

Así, en el correspondiente al 8 de junio de 1922, se daba cuenta de una felicitación del director general, con anotación en las hojas de hechos del suboficial José Sánchez Velasco, del sargento Juan Delgado Morón y de los guardias Francisco Carmona, Cristóbal Gómez y José Vicente. Resultó que el 13 de abril anterior habían detenido, en el kilómetro 116 de la carretera de Cádiz a Málaga, a un individuo que conducía varias caballerías mayores procedentes de hurtos, siendo todo ello puesto a disposición de la autoridad competente.

Un año más tarde, concretamente en el boletín publicado el 24 de junio de 1923, se difundía un nuevo servicio relevante del puesto de San Roque. En esta ocasión fue también encabezado por su comandante de puesto, el ya citado suboficial Sánchez Velasco, que aparecía citado erróneamente como Velázquez. Éste, por cierto, estando ya retirado con el empleo de alférez, sería asesinado al inicio de la Guerra Civil, poco después de ser nombrado por los sublevados, alcalde de la localidad.

El resto de la fuerza actuante fueron el cabo Marcos López Orellana y los guardias civiles Antonio Gallardo Galván, José Muñoz Romero y Antonio Pastor Martínez. Habían detenido a tres sujetos, autores de varios robos de caballerías, recuperando todas ellas.

Mientras tanto en España la situación social, política y económica se iba cada vez deteriorando más mientras continuaban las campañas militares en el Protectorado de Marruecos. La monarquía de Alfonso XIII se encontraba en claro declive y el descontento popular era cada vez mayor.

En los tres últimos años se habían sucedido cinco gobiernos presididos respectivamente por Eduardo Dato Iradier (asesinado en Madrid el 8 de septiembre de 1921 en un atentado terrorista perpetrado por anarquistas), Manuel Allendesalazar Muñoz de Salazar, Antonio Maura Montaner, José Sánchez-Guerra Martínez y Manuel García Prieto.

Cuando este último apenas llevaba nueves meses presidiendo el consejo de ministros, el jerezano Miguel Primo de Rivera Orbaneja, capitán general de Cataluña, encabezó un golpe de estado que contaría con el apoyo y reconocimiento del rey. El 15 de septiembre de 1923, Alfonso XIII lo nombró jefe del nuevo gobierno, que bajo el formato de un directorio militar estaría constituido por ocho generales de brigada pertenecientes al Ejército, en representación de cada una de las regiones militares de la Península, así como por un contralmirante, en representación de la Armada.

En la exposición del real decreto, de misma fecha, relativo al nombramiento de dichos vocales, el dictador Primo de Rivera lo justificaría de la siguiente manera: “Ni yo, ni las personas que conmigo han propagado y proclamado el nuevo régimen, nos creemos capacitados para el desempeño concreto de carteras ministeriales, y que era y sigue siendo nuestro propósito constituir un breve paréntesis en la marcha constitucional de España, para restablecerla tan pronto como, ofreciéndonos el país hombres no contagiados de los vicios que a las organizaciones políticas imputamos, podamos nosotros ofrecerlos a V.M. (Vuestra Majestad) para que se restablezca pronto la normalidad”.

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