30 años del IECG

La gripe de 1918 en San Roque (y II)

  • El mes de octubre fue el más terrible y el de mayor incidencia, pues fallecieron 82 adultos y 36 párvulos.

  • En total, murieron 118 personas en una población que registraba una media de 20 decesos al mes

La Alameda de San Roque, a inicios del siglo XX.

La Alameda de San Roque, a inicios del siglo XX.

Tal era el estado de invasión que el día 11 de octubre tuvo lugar en el Consistorio municipal una declaración de urgencia del alcalde dando cuenta de la necesidad de contratar al médico particular Francisco Revuelta Arroyo. “En atención al estado sanitario de este municipio por consecuencia de la epidemia de grippe que padece, había alcanzado una cifra elevada la enfermería civil de esta población por lo que no resultaba suficientemente atendida con los dos médicos titulares existentes en esta ciudad”, para que “se hiciese cargo de la asistencia de los enfermos pobres de la localidad, que les fuesen designado por los otros facultativos titulares para descarga de trabajo y resultasen mejor asistidos”. La propuesta fue aprobada por unanimidad. En aquella misma sesión se dio cuenta de la muerte de la joven Francisca Trujillano Sánchez, esposa del concejal Gabriel Arenas.

Precisamente el día 14 de octubre llegaba una noticia estremecedora: la mujer del capitán de Carabineros, Rafael Herrera, viéndose en muy grave estado por la gripe, le propuso un suicidio conjunto a base de ingerir pastillas. La noticia de su muerte, reflejada en todos los diarios nacionales, vino acompañada por escueta referencia de que dejaban cinco hijos de corta edad, lo que hace más incompresible la resolución de aquella mujer. Sin embargo, otros suicidios fueron registrados entre médicos y funcionarios; personas que desesperaban de su condición, algunos incluso en un estado no muy avanzado de la enfermedad.

La situación se agravaba por momentos y, el 16 de octubre, el Gobernador Militar ordenó que diariamente se remitiera un telegrama dando cuenta del estado sanitario y de las necesidades que hicieran falta. Al día siguiente la gripe había invadido Guadarranque, ya que el alcalde pedáneo comunicaba que “visite un médico aquella barriada por encontrarse atacados epidemia aquellos vecinos”. Tal era la situación que con gran premura se remitieron desinfectantes y medicamentos.

Dos jornadas más tarde, de nuevo se trató el tema de la gripe en el Ayuntamiento, donde los concejales Andrés Cano de Sola y Antonio de Sola Monrabal presentaron un expuesto de diez puntos, “en el que interesan que en atención a la extraordinaria situación sanitaria que atraviesa esta ciudad con ocasión de la epidemia de grippe que tiene invadida se adopten y extremen las más rigurosas medidas de sanidad e higiene pública emprendidas”. El Cuerpo Capitular “lo aprobó en todas sus partes y elevándolo a acuerdo particular y en su consecuencia autorizó al Sr. Alcalde para que de inmediato adopte las medidas sanitarias y de policía propuestas en el escrito de referencia”; medidas que fueron dadas a conocer mediante un bando de la alcaldía. En aquella misma sesión se dio cuenta del fallecimiento de la esposa del concejal Antonio Delgado Rodríguez.

El día 20 ya se habían registrado 828 casos de invasión y durante las siguientes jornadas las autoridades siguieron tomando nuevas medidas, como la compra de un aparato de desinfección “marca Torrens y pastillas de formol –desinfectante general, germicida y fungicida, y como antiséptico y astrigente- adquiridas de la casa Edmundo y José Motzger de Barcelona”, que costó 288,40 pesetas. A partir de entonces todas las dependencias civiles de la ciudad fueron desinfectadas diariamente. También hubo algunas denuncias, como a los vecinos de Guadiaro Andrés Carrillo y Antonio Sola por tener cerdos dentro de la barriada. O en Puente Mayorga, “Que al terminar la calle S. Andrés hay un solar de D. Juan Fernández el cual tiene la muralla que no llega a un metro de altura el cual está convertido en un vacuadero de basuras”.

A pesar de los escasos medios con que se contaban para combatir la epidemia, un halo de consuelo y esperanza llegó al Ayuntamiento al recibir una carta del diputado a Cortes por el distrito, en la que daba cuenta de las gestiones que venía realizando para obtener recursos “con que atender a la calamidad reinante por consecuencia de la epidemia que se padece”, carta que fue leída públicamente, “así como otra dirigida al expresado Sr. por Exmo. Subsecretario de Gobernación acordándose así mismo se haga presente a dicho Sr. Torres la gratitud de este Ayuntamiento y vecindario por su conducta así como por su generoso desprendimiento contribuyendo con la suma de doscientas pesetas a la suscripción abierta por este Ayuntamiento a tal efecto”.

El 26 de octubre, el gobernador Militar trasladaba al Ayuntamiento un telegrama del ministro de la Gobernación por el que se prohibía la visita a los cementerios en los próximos días tan señalados de todos los Santos y difuntos. Precisamente, ese mismo día fue uno de los más nefastos pues fallecieron siete personas, dándose la terrible circunstancia de que murieron las hermanas residentes en Puente Mayorga Isabel y Mercedes Ledesma Falcón, de 17 y 19 años respectivamente.

No era la primera vez que la gripe mataba a dos hermanos. Así, Andrés de 36 años y Francisco Umbría Sarrias, de 28, residentes en la ciudad, habían fallecido los días 2 y 4 de octubre; o el caso muy comentado y doloroso de las hermanas Guillermina y Leocadia Palazón Serrano de 19 y 21 años respectivamente y residentes en la céntrica calle San Nicolás, que fallecieron el día 11 también del mes de octubre. A simple vista se puede observar que estos fallecidos estaban en el esplendor de la vida.

Imagen de época de San Roque. Imagen de época de San Roque.

Imagen de época de San Roque.

Como estamos constatando, el mes de octubre fue el más terrible y el de mayor incidencia, pues fallecieron 82 adultos y 36 párvulos; en total, 118 personas, de las que murieron de gripe setenta y unas cifras realmente alarmantes para San Roque, cuando en un mes solían morir de media unas veintidós personas; eso sí, con un recurrente repunte de la mortalidad infantil en los meses de verano a causa de enfermedades como la enteritis y la gastroenteritis.

Mientras tanto las autoridades seguían realizando un exhaustivo control de las medidas sanitarias. Así el 29 de octubre hubo una denuncia contra Rafaela Núñez por tirar aguas sucias a la vía pública. Y dos días más tarde se volvía a insistir en que se prohibía la visita del público al cementerio mientras hubiese epidemia.

No obstante, el día 30 desde Algeciras se anunciaba una mejora notable del estado de la higiene pública. Entretanto, en Gibraltar fallecieron varios tripulantes de los buques surtos en el puerto. También en la ciudad de San Roque y sus barriadas aledañas parecía que empezaba a remitir la epidemia; sin embargo, a finales de octubre la epidemia de gripe estaba atacando brutalmente la zona de Guadiaro y San Enrique, donde el médico Antonio Andrés no daba abasto para atender a los numerosos enfermos.

En el mes de noviembre la situación empezó a mejorar sustancialmente, sobre todo, a partir de la segunda semana. Aunque el día 7 el recuento era de 985 casos de invasiones, a partir del día 8 decayó sustancialmente, hasta que el día 16 es el último en el que se hicieron recuentos, que ya superaban el millar. No obstante, se seguían tomando medidas como la quema de la ropa de los individuos fallecidos o la limpieza de calles. En medio de aquella vorágine una noticia dio cierto aliento a las autoridades: a la par que disminuía la mortandad en el Ayuntamiento se notificó un socorro del Gobierno de trescientas pesetas “para atender a la calamidad reinante por consecuencia de la epidemia de gripe, de cuyo donativo se tenían noticias por carta recibida del Sr. Diputado a Cortes por este Distrito, Don Luis de Torres”.

A partir de mediados de noviembre parecía que la gripe estaba casi completamente controlada, y el 28 de noviembre se ordenaba dejar de dar parte de enfermos de gripe. A pesar de que lo más grueso había pasado, durante el mes de diciembre se dieron algunos casos aislados, siendo la última muerte registrada por gripe la de la niña Dolores Domingo Bazán de un año de edad y residente en Campamento, que tuvo lugar el día 12.

Durante esas fechas la epidemia prácticamente era residual y se estaban cerrando algunos capítulos: el día 6, se le abonó al médico Francisco Revuelta Arroyo 125 pesetas como pago de las dietas por los servicios prestados durante la epidemia, y al farmacéutico titular José María Carrasco, la suma de 350 pesetas a cuenta de los suministros a los enfermos socorridos por la beneficiencia. Igualmente la Corporación municipal agradeció profundamente a los médicos titulares su labor durante la epidemia, no dejando “ni un solo día de atender al abrumador número de enfermos existentes".

El centro de San Roque y su plaza de toros. El centro de San Roque y su plaza de toros.

El centro de San Roque y su plaza de toros.

Aunque la gripe había desaparecido en San Roque, por fin se declaró oficialmente extinguida en nuestra provincia a través de la nueva Circular del nuevo gobernador (Marqués de Velilla de Ebro), publicada el 14 de junio de 1919, en el Boletín Oficial de la Provincia de Cádiz.

Por otro lado, no podemos pasar por alto que la gripe convivió con una crisis económica galopante. Denunciaban el malestar reinante en Algeciras debido a la subida del precio de la carne o a la subida del precio del pan y la harina. En Cádiz, por su parte, por falta de carbón “tendría que suspenderse el servicio de tranvías en San Fernando” (La Época, 1918). También en San Roque el día 15 de noviembre el alcalde dio cuenta de haber recibido la visita de la superiora de las Hermanas del Buen Consejo, encargada de la administración y cuidado del Hospital de la Caridad, “en súplica de que el Cuerpo capitular teniendo en cuenta los especiales circunstancias en que se encuentra el mercado nacional, y la carestía excesiva de los principales artículos de subsistencia”.

Durante las semanas que duró la epidemia la confusión reinante entre los ciudadanos fue enorme; aunque las autoridades habían tomado diversas medidas higiénicas, tal fue la desazón que todo ello producía que a ciencia cierta no se sabía cómo combatir la enfermedad. Como ocurriría con el SIDA o en la actualidad con el ébola, aparecieron todo tipo de remedios engañosos; por ejemplo, el Diario de Cádiz publicó durante los meses de la epidemia anuncios muy singulares: “La epidemia reinante se cura tomando el Gran Jerez Quina de los Gabrieles”, “Solución Pautauberge (creostona y clorhidrato de sal)”, “La epidemia reinante se evita desinfectando con Zotal y Sanitas”, “Bactericida Febe (preserva de las epidemias)”, “Para los convalecientes de la gripe la carne líquida Valdés García”, “Bactericida Bascuñana (solución isotónica esterilizante de toiodo lábil)”, “Lo único que evita la epidemia: odontalgiol (polvos y elixir dentífricos)”, “La mejor profilaxis para la gripe: Piliyodasal Bascuñana”, “Suero antigripal: Universus. Kitatus: el tónico-laxativo-quinina”. Esta batería de “remedios” y otras de parecido corte se publicitaron en otros diarios del país.

Conclusión

La gripe apareció en el término municipal de San Roque cuando se estaba acabando el verano de 1918, en medio de una grave crisis económica, afectando de forma significativa tanto a la ciudad como a sus barriadas. Entró por el casco histórico, atacó a las barriadas aledañas y salió por Guadiaro. Fueron prácticamente casi tres meses de invasión, que tuvo su cénit en el mes de octubre, cuando se produjeron 71 fallecimientos, el 66,35%, de las muertes por gripe.

En el aspecto demográfico supuso un retroceso de la población. Atacó aproximadamente al 10% de los sanroqueños y elevó la tasa de mortalidad anual más de diez puntos pasando del 27,25 por mil al 37,63 por mil, contabilizándose 107 muertes directas entre la población civil debido a su causa, no sabemos las indirectas ni el número de militares fallecidos, aunque sí hemos detectado un repunte anormal de fallecimientos, lo que supuso pasar de una tasa de mortalidad moderada a alta. Dentro del término municipal fue la ciudad de San Roque la parte más castigada con el 42,05% de los fallecidos, aunque también afectó con dureza a la barriada de la Estación, donde se ha contabilizado el 15,88% de fallecidos, y, sobre todo, a Guadiaro, donde atacó de forma virulenta (26,16% de fallecidos) teniendo en cuenta sus pocos residentes. En lo referente al sexo, murieron más hombres (56,07%) que mujeres (43,92%).

Por otro lado, la conmoción social que produjo fue muy grande, pues no se sabía a ciencia cierta cómo combatirla, afectando mayoritariamente a niños, jóvenes y adultos, y, muy poco a los ancianos (sólo se han contabilizado tres fallecidos por gripe mayores de sesenta años y dos mayores de setenta, en total, el 4,67% de los fallecidos). Durante aquel nefasto otoño de 1918 la población sanroqueña se sintió desorientada, desamparada y, sobre todo, muy vulnerable.

La gripe de 1918 en San Roque (Cádiz). Publicado en Almoraima. Revista de Estudios Campogibraltareños, número 45 (Octubre 2016).

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios