Al sur del sur

Javier Chaparro

jchaparro@grupojoly.com

Cuando menos puede ser más (y viceversa)

Cuatro escaños, los dos vacantes de Ciudadanos y los dos de Adelante, marcarán los resultados en Algeciras Un mal acuerdo sobre Gibraltar dejaría a La Línea en nítida posición de desventaja El peligro de un acuerdo-marco sobre Gibraltar

José Ignacio Landaluce aspira este 28 de mayo a lograr su cuarto mandato consecutivo como alcalde de Algeciras y a hacerlo por mayoría absoluta. En 2019 se quedó a un puñado de votos de ella pese a que el PP aumentó levemente sus resultados; este domingo, aun empeorando, podría mejorar. Esta paradoja tiene su base en que la abstención es desde hace años el primer partido en la ciudad, sobre todo en las municipales, y ese hecho favorece a los partidos mayoritarios al aplicar el sistema d'Hont. La más anodina campaña electoral que se ha vivido en Algeciras en muchos años -sin grandes mítines, sin la visita de los afamados líderes de los partidos, sin debates (solo uno) y, también, sin escándalos- no aventura, precisamente, que los electores vayan a romper esta vez esa dinámica.

Hay, además, dos ausencias reseñables, la de Ciudadanos, que en 2015 obtuvo 3.466 votos y dos escaños, y la de un partido con acento netamente local y con apariencia de solvente como lo fue aquella Algeciras 100x100 (972votos) encabezada por Manuel Barberá. Una y otra formación venían a representar un espectro del electorado situado en el centro-derecha moderado que no se siente identificado ni con el PP ni con el alcalde, mucho menos con los hiperventilados de Vox o con el PSOE. ¿Por qué opción política se decantarán ahora, si lo hace, esa huérfana bolsa de electores? En otro escenario estaríamos si el juez Manuel Gutiérrez Luna hubiera dado el paso.

Landaluce puede lograr la mayoría absoluta aun con menos votos que en 2019

Hay otras dos actas de concejales en el aire, las que obtuvo Adelante en los anteriores comicios. Esa coalición superó entonces por poco los 4.000 sufragios, pero, rota ahora en tres, tiene complicado lograr representación municipal en Algeciras, donde el mínimo para tener un concejal ronda los 2.000 votos.

El candidato del PP ha llevado a cabo y a sabiendas una campaña sin estridencias y sin dar mayor recorrido que el imprescindible a las acusaciones de sus adversarios. Por encima de las siglas de su partido, Landaluce pone en juego su propia marca electoral. Tiene al alcance de la mano revalidar la victoria, si bien, como se ha encargado de machacar a los suyos, las urnas estarán vacías cuando hoy se abran los colegios electorales.

La liga de Juan Franco

La única mayoría absoluta garantizada al ciento por ciento en el Campo de Gibraltar es la de Juan Franco, en La Línea de la Concepción. Actual alcalde con 21 de los 25 concejales del Ayuntamiento, este periódico tituló como “mayoría absolutísima” su triunfo en 2019. Su partido juega desde entonces en otra liga, la de la Mancomunidad de Municipios del Campo de Gibraltar y, especialmente, la de la Diputación de Cádiz.

Los dos diputados provinciales logrados hace cuatro años por La Línea 100x100 dieron al PSOE la mayoría absoluta en la institución provincial; a cambio, recibieron un maná de fondos para el municipio de Cádiz más abandonado y castigado en décadas por las administraciones públicas. Hablar de La Línea de la Concepción a día de hoy poco o nada tiene que ver con el ruinoso panorama de hace ocho años, cuando Franco se estrenó en la Alcaldía.

El auténtico peligro para los linenses es que la Verja se levante un día y, en lugar de un territorio de prosperidad compartida, se encuentren con más desigualdad

Hay muchas posibilidades de que el próximo mandato municipal se estrene a la par de un probable acuerdo entre la UE y Reino Unido sobre Gibraltar, lo que supondrá un nuevo reto, más aún si ese pacto -como muchos se temen- se firma sin haber resuelto totalmente materias tan sensibles como la armonización y la transparencia fiscal en todos los ámbitos, la transposición de la normativa medioambiental europea por parte del Peñón, la subida de las pensiones de los trabajadores transfronterizos o la presencia militar británica.

Uno de los mayores problemas para La Línea y, por extensión, para el Campo de Gibraltar, es que se imponga el discurso de que la salvaguarda de los empleos de miles de españoles en el Peñón depende de un Gibrexit pactado. Que nadie se alarme: de mantenerse el statu quo actual, los trabajadores podrán seguir pasando cada mañana por el control aduanero y sus derechos laborales tendrán las mismas garantías que ahora. El auténtico peligro para los linenses es que la Verja desaparezca un día definitivamente del mapa y, en lugar de un territorio de prosperidad compartida, se encuentren con más desigualdad porque al otro lado nada o poco ha cambiado. Y esa competencia desleal no la podría superar ni el mejor de los Juan Franco.

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