Al sur del sur

Javier Chaparro

jchaparro@grupojoly.com

Sin fronteras

Fue una lástima que la semilla del Instituto Cervantes no pudiera seguir creciendo a modo de embajada española en Gibraltar

La exitosa ponencia presentada por el profesor Francisco Oda en el Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE) en torno a la progresiva desaparición en Gibraltar del idioma español y del habla llanita viene a reflejar un síntoma del alejamiento -sordo, pero lamentablemente cada vez más profundo- de las dos comunidades a las que separa la Verja. Como subraya Oda, desde el cierre de aquella en 1969, las autoridades británicas pusieron en marcha en el Peñón un programa para desplazar al español como lengua de uso corriente entre los residentes en la colonia en favor del inglés, de tal forma que, a día de hoy, muchos jóvenes gibraltareños ni emplean ni conocen nuestra lengua más allá de cuatro expresiones. El uso predominante del inglés en las redes sociales y la escasa relevancia en la Roca de las televisiones españolas en la era digital contribuyen a esa pérdida de peso del castellano.

Para que un habla tan peculiar como el llanito perdure en el tiempo y evolucione debe mantenerse viva mediante el uso combinado del inglés y del español, en una rica mezcla de palabras y giros sintácticos participada también por el árabe, el maltés, el italiano y el ladino hablado por los descendientes de los judíos, como también subraya Oda. Si se difumina uno de los componentes clave de esa habla como es el español, el llanito languidece, de tal suerte que únicamente es usado por los más viejos del lugar.

En algunas reuniones con periodistas del Peñón ha quedado constancia de que la mayoría de los colegas que rondan la treintena o la cuarentena no habla español ni por aproximación, un hecho que evidencia su falta de interés por lo que ocurre al otro lado de la Verja y por las perspectivas que de las noticias ofrecen los medios españoles, por más que estas se sitúen a pocos metros de sus redacciones y sean de relevancia para los habitantes de la Roca. No nos engañemos: si esto es así es porque al público gibraltareño, en general, le interesa poco o nada lo que pensemos o hagamos los españoles. Y viceversa, of course. Reproches, los precisos porque antes deberíamos hacernos ver nuestras propias carencias. Los españoles, encerrados en nuestra propia verja durante cuatro décadas en el pasado siglo, somos prácticamente unos recién llegados al aprendizaje de otros idiomas. Cuando viajamos al sur de Francia, Portugal o norte Marruecos solemos comprobar cuán lejos estamos de nuestros interlocutores locales a la hora de expresarnos en sus respectivos idiomas y con qué soltura suelen manejarse ellos en español.

En lo referente a nuestro terruño, a los campogibraltareños y gibraltareños nos queda una larga tarea para estrechar relaciones. La encomiable labor que desarrolla el Instituto Cervantes en todo el mundo como difusor de la cultura y la lengua españolas tuvo también su reflejo en Gibraltar con la instalación de una sede de la que Oda fue su primer y único director. Con una ingente cantidad de cursos, conferencias, seminarios, etc., la labor desarrollada durante ese breve y fructífero periodo aún se recuerda. Fue una lástima que esa semilla no pudiera seguir creciendo a modo de embajada española en el Peñón y que la obcecación de García Margallo, entonces ministro de Exteriores, la cortase de raíz. Hasta hoy.

Los Presupuestos Generales del Estado consignan anualmente una partida simbólica destinada a la reapertura del Cervantes en Gibraltar, condicionada a la firma previa de un acuerdo entre la UE y Reino Unido que dé forma y regule la participación del Peñón en la Europa sin fronteras de los 27. La mejor noticia para la comarca en este 2023 sería, sin duda, que se pudiera conseguir ese consenso sobre la base de la igualdad de condiciones a ambos lados del actual paso aduanero, llamado a desaparecer de una vez por todas. Con ello volvería a haber una sede del Instituto Cervantes en Gibraltar, las hablas y los idiomas se fundirían como lo hacían antaño y las gentes volveríamos a interesarnos sobre aquello que sucede a nuestros vecinos, sin fronteras ni trincheras políticas de por medio.

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