Seis cuerdas para la eternidad

Ha sido uno de los mayores artistas que ha dado el flamenco, transformándolo sin dejar de ser auténtico y pisando escenarios donde jamás soñó estar

Paco de Lucía vivirá por siempre

La reunión de los dioses

La estatua de Paco de Lucía, junto al Puerto de Algeciras.
La estatua de Paco de Lucía, junto al Puerto de Algeciras. / Erasmo Fenoy

21 de diciembre 2022 - 04:00

Paco de Lucía no necesita adjetivos, porque él es por naturaleza del arte de las seis cuerdas el sustantivo, la guitarra. El alma le salía y llenaba cualquier espacio al igual que su tiempo, y no terminó aquel 26 de febrero de 2014 sino que permanecerá con nosotros hasta que podamos oír música.

La tarde del pasado lunes 19 de diciembre tuve la ocasión y la fortuna de hablar con su hermano y mi buen amigo Pepe de Lucía, y he de confesaros que cada vez que lo hago aprendo cosas del flamenco, y de lo que Paco significó como artista y como persona y que mucha gente ignoraba.

Me subrayaba Pepe la humildad de Paco, esa que solo tienen de verdad los grandes, aquellos que son geniales y revolucionarios, los que imprimen su sello a lo que crean y hacen. Me decía de nuestro universal y excepcional paisano que él no daba importancia alguna a los homenajes y lisonjas ni a los premios materiales en forma de medallas y trofeos, y le repetía con frecuencia: "Quédate con ellos porque a mi no me gustan, son solo objetos , y lo que quiero es que me quiera la gente, mi pueblo".

No voy a regalarles un trabajo biográfico, ni tan siquiera un análisis artístico de la obra de Paco de Lucía, porque tal vez terminaría consiguiendo dos objetivos: repetirme hasta la saciedad y aburrirles hasta el cansancio, por eso quisiera expresarme más en lo que ha supuesto, significa y constará en la historia de la música.

Como dice mi hermano Er Téllez, nuestro paisano y su biógrafo (Juan José Téllez, ex director de Europa Sur), que con tanta maestría tiene en el manejo del lenguaje, nos mostró parte de su yo que es el nosotros, en sus libros, como "un amante de la vida" y además "la música ya existió antes que él, pero sin él ya no es la misma". El sonido de las seis cuerdas de sus guitarras permanecerá con nosotros para siempre.

Ha sido y sigue siendo a través de su obra un artista que siempre ha llevado con orgullo el nombre de nuestra Algeciras, pregonándolo en los mayores escenarios como ciudadano del mundo, llenando los teatros y auditorios con miles de asistentes para encantarlos con la magia de sus toques y acordes.

Desde su humildad, su timidez y su sencillez, desde su inteligencia natural y creatividad como guitarrista, siempre tuvo el coraje, la valentía de innovar de quienes tenían la fortuna de escucharlo en cualquier lugar del mundo, no dejando de transmitir su magia con las bases y los influjos de su familia, de la disciplina que le enseñó su padre, Antonio, del sentido del humor y sensibilidad de su madre, Luzia, de la complicidad de sus hermanos Pepe y Ramón.

Pepe me recordaba también en esa conversación telefónica a la que hacía antes alusión, que cuando apenas contaba Paco 26 años, uno de los más grandes del mundo del Flamenco, Antonio Mairena, que en aquel entonces contaría con 64, al dedicar un cante dijo con la sabiduría que siempre le caracterizó: "Este cante por soleá que voy a cantar se lo voy a dedicar al mejor guitarrista del mundo que se llama Paco de Lucía…".

Ha sido uno de los mayores artistas que ha dado el flamenco, transformándolo sin dejar de ser auténtico y pisando escenarios donde jamás soñó estar. Te han dedicado todas las palabras bonitas en todos los idiomas, pero hay pocas cosas que no pueden compararse a aquel primitivo disco de 1963 que hizo con su hermano Pepe bajo el nombre de Los Chiquitos de Algeciras o lo que pueda asimilarse al primer trabajo con Camarón en 1969.

Paco de Lucía, al igual que su álbum Fuente y Caudal, fue a lo largo su vida artística una inspiración constante para otros tocaores y guitarristas, con una catarata permanente de obras ligada a sus raíces, el flamenco, con una capacidad creativa e interpretativa como nadie. Seis cuerdas para la eternidad que siguen sonando al compás de nuestros corazones y emociones.

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