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El pasado día 15 se cumplió el centenario del nacimiento de Oscar Peterson. Para conmemorarlo, el próximo 1 de septiembre la editorial Kultrum publicará su autobiografía Mi vida en jazz (que incluye el acceso, vía código QR, a la compilación en CD que acompañaba en 2002 a la edición original), sumándose a otros libros de esta editorial dedicados a Duke Ellington, Ella Fitzgerald, Billie Holiday, B. B. King, Charlie Watts, Charles Mingus, Quincy Jones o Keith Jarret.
Peterson, virtuoso clasicista del jazz a caballo entre los mundos del swing y el bebop, fue como la imagen invertida del genial pianista clásico Samson François: si este se inspiró en el jazz –sobre todo en su adorado Bud Powell– para insuflar a sus magistrales interpretaciones de Chopin, Ravel o Debussy algo de la libertad o la frescura, dentro de los límites de la fidelidad a la partitura, del jazz –“no se debe dar la impresión de estar obligado a tocar la nota siguiente”, decía–, Peterson fue un jazzista conocedor de la disciplina clásica que exigía el respeto a los grandes compositores e intérpretes tanto de la música clásica como del jazz, con su venerado Art Tatum en cabeza.
Descubierto por Norman Granz, se unió a las giras de la mítica Jazz at the Philharmonic junto a Ella Fitzgerald, Billie Holiday, Duke Ellington, Dizzy Gillespie o Coleman Hawkins, fundó varios tríos por los que pasaron Ray Brown, Barney Kessel, Joe Pass o Herb Ellis, grabó los songbook de Porter, Arlen, Gershwin, Berlin, Rodgers, Warren, Youmans, Ellington o Basie en un disfrutón estilo de mainstream jazz tan denostado por los más exigentes como amado por el gran público.
Fue un maravillo cómplice en grabaciones –mi Peterson preferido, dejando siempre con ejemplar modestia la primacía al otro como pianista acompañante– con el cuarteto de Stephane Grapelli, Louis Armstrong, Ben Webster, Lester Young, Stan Getz o Buddy De Franco, con quien dedicó un disco excepcional a Gershwin: sus Bess, You Is my Woman Now, The Man I Love o Someone To Watch Over Me son insuperables piezas de jazz con cuerdas. Sin olvidar los cuatro LP literalmente antológicos que grabó con Fred Astaire, The Astaire Story, que merecen ser tratados aparte. Celebren el centenario de Oscar Peterson oyéndolo y leyéndolo. Vale la pena.
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