El acceso a la Universidad ha sido siempre considerado como el paso imprescindible en el camino hacia el éxito social y profesional, el equivalente en el mundo moderno a los ritos iniciáticos de las sociedades primitivas en los que los niños accedían al colectivo adulto. Si eras un joven masái de la región de los Grandes Lagos africanos, el tránsito era complicado. Había que acreditar valentía suficiente para cazar, a solas y con una lanza, a un león macho, que no podía estar envenenado, enfermo o atrapado. Una alegría, vamos… Esta tradición se mantuvo mientras aún había muchos leones y su caza era admitida con tanta naturalidad como la muerte de numerosos cazadores púberes.

Por esa misma consideración social respecto a los estudios universitarios, la normalización de la presencia femenina en sus aulas comporta un significado especial de la madurez de las civilizaciones y de la evolución de los regímenes políticos. Considérese el contraste, para el primer caso, con el horror impuesto por los talibanes en Afganistán o con las prácticas de los integristas del Sahel; para el segundo, la larga lucha por la igualdad en nuestro país, donde, hace 140 años, se zanjó por Real Orden el vacío legal acerca de que una mujer quisiese matricularse en una carrera. Simplemente se prohibió. Reinaba Alfonso XII y, 30 años más tarde, se suprimió el requisito de un permiso especial del Consejo de Ministros para poder estudiar. En la actualidad, ellas son mayoría en nuestras universidades (54,1% en 2020).

Con este panorama aclarado, en otoño llega la oportunidad para que las personas mayores de 55 años y sin requisito académico alguno (da igual lo que hayan estudiado antes) puedan acceder a la Universidad. Se trata de inscribirse en el Aula de Mayores de la Universidad de Cádiz en el Campo de Gibraltar, un fantástico invento que cuenta ya con un largo y exitoso recorrido junto a la Asociación Julia Traducta de alumnos, su ideal complemento cultural, viajero y de dinamización social.

Este alumnado, que disfruta de un atractivo y variado programa anual, apuesta por una experiencia académica inolvidable y sin exámenes, como alternativa a la perezosa fórmula de matar el tiempo en el sofá consumiendo tele basura. Reciben clases en el edificio de I+D+i del Campus Tecnológico de Algeciras (junto al parque María Cristina), que se anima extraordinariamente con su presencia, junto al restante alumnado, muchísimo más joven sólo en edad. Para las nuevas incorporaciones, el plazo de preinscripción finaliza el 29 de septiembre. El mecanismo es fácil, mediante la web de la Universidad de Cádiz, en el Área de Gestión de Alumnado (https://atencionalumnado.uca.es/preinscripcion-2/). Se lo recomiendo vivamente, como profesor de este entusiasta alumnado. No se lo pierda.

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