La sinceridad de Juan Carlos I

31 de octubre 2025 - 03:05

En pocos géneros literarios se miente más que en las memorias. Algunas son famosas por la cantidad de trolas y fantasías autojustificativas que contienen. Dicen los que saben de la época y el personaje que las de María Teresa León, primera mujer y compañera de Alberti en la guerra y el exilio, es un monumento a la engañifa. Algunos la justifican por aquello de la subjetividad y lo frágil que suelen ser los recuerdos. Cualquiera sabe. Las únicas memorias que conozco en las que el autor se retrata con crueldad autolesiva son las del gran Jesús Pardo, Autorretrato sin retoques, donde el escritor hace todo lo posible para que lo odiemos. Y no lo consigue.

Desconozco si habrá mentirijillas en Reconciliación, las memorias de Juan Carlos I recién publicadas en francés (¡!) y a punto de salir en español. De eso se encargarán los historiadores del futuro, que tendrán la perspectiva y la documentación de las que hoy carecemos. Pero por lo que va trascendiendo en resúmenes y entrevistas hay un asunto en el que creo que es completamente sincero. Me refiero a su relación con el general Franco, al que reconoce (lo contrario hubiese sido ridículo) como el hombre al que le debe la Corona y la restauración de la dinastía de los Borbones en España. Fundamentalmente creo que don Juan Carlos es veraz en este apartado porque sus recuerdos del dictador son afectuosos, incluso emocionados. Solo una persona completamente sincera puede dedicar palabras de elogio al que hoy es el Gran Satán, el constructo con el que se quieren explicar todos los males, el colosal mono de goma del sanchismo memorión y la España confederal.

En el libro, el Rey Emérito cuenta que, cuando ya estaba agonizando, Franco solo le pidió una cosa, que preservase la unidad de España. Es decir, le dejó las manos libres para emprender el proyecto político que él estimase mejor para el país, sin ningún tipo de hipotecas con el pasado. Ese proyecto fue la democracia, a la que se llegó por una reforma radical del sistema franquista (no por ese oxímoron de la “ruptura pactada”, como ha reconocido el mismísimo Sánchez-Cuenca). Esto acabaría con la tesis, sostenida tanto por el búnker como por cierta progresía, de que don Juan Carlos traicionó a Franco para levantar la España constitucional. El dictador sabía que el Rey no seguiría su senda y que el cambio era inevitable. Si compleja es la Historia, más lo son las relaciones personales.

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