Seis meses de Trump

24 de julio 2025 - 03:06

Esta semana se han cumplido seis meses desde que Donald Trump asumiera la presidencia de los Estados Unidos por segunda vez. La verdad es que ha sido un período más que suficiente para sacar algunas reflexiones. Estas son las mías:

1.- El principal enemigo de las democracias no está fuera de ellas, ni son los golpes de Estado. Los enemigos están dentro en forma de polarización y populismo. Levitsky y Ziblatt tenían razón cuando en su obra Cómo mueren las democracias afirman que las democracias pueden desaparecer no a través de golpes militares o revoluciones, sino a través de un debilitamiento gradual de sus instituciones y normas; esto es, el populismo y la erosión de estas normas pueden llevar a un colapso democrático. En estos seis meses, Estados Unidos ha acelerado el proceso de desmantelamiento de la democracia en un peligroso camino hacia el abismo populista de incierto y oscuro futuro.

2.- Los contrapesos no funcionan en una democracia enferma. El débil poder de las cámaras de representantes, la sumisión del Tribunal Supremo y el miedo de la prensa libre hace que el famoso sistema de checks and balances no funcione correctamente cuando el sistema está infectado por un virus de autoritarismo.

3.- El sistema internacional necesita no una profunda reforma, sino una radical transformación casi revolucionaria. La facilidad con la que el gran demagogo ha bloqueado el funcionamiento de las instituciones internacionales pone de manifiesto que la comunidad internacional necesita otros parámetros de gobernanza. Soy consciente que esto roza lo utópico, pero la evidencia es clara.

4.- Los populistas son fuertes con los débiles, pero débiles con los fuertes. La facilidad con la que Putin se ha burlado de Trump y la firmeza de China, que ha revertido las amenazas de los aranceles, contrasta con las implacables políticas trumpistas hacia los débiles.

5.- Frente a los populistas con poder, la adulación es la norma. Todavía resuenan las vergonzosas palabras del secretario general de la OTAN de postración humillante. Hasta la Coca Cola ha cambiado su fórmula para adular el narcisismo trumpista. La excepción de Pedro Sánchez a plegarse al aumento de gasto militar debe ser sinceramente una gran lección de cómo tratar con un aspirante a dictador.

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