De profetas y augures

24 de agosto 2025 - 03:08

El reino de Lidia en Asia Menor alcanzó su máximo esplendor bajo el mandato de Creso. Heródoto cuenta que este rey tenía gran fe en adivinos y videntes y no afrontaba ninguna tarea sin consultar antes los auspicios de profetas y augures. Antes de entrar en guerra con los persas, Creso fue a ver al oráculo de Delfos y este le dio la respuesta que esperaba oír: “Un gran reino será destruido si lo haces”. Sin embargo y para su desgracia, el imperio destruido fue el suyo. Fue derrotado por las fuerzas persas de Ciro II el Grande en la batalla de Timbrea.

En cierto modo, el oráculo se curó en salud empleando la misma ambigüedad que a diario usan los horóscopos. El ser humano siempre ha aspirado a saber de antemano lo que va a pasar para tomar sus decisiones; es una manera de superar el miedo y la ignorancia y, sobre todo, de no pensar en que el futuro es esencialmente impredecible. A favor de Creso hay que decir que no vivía en una sociedad racional y científica que aportase las herramientas necesarias para comprender el mundo.

No sería hasta mucho tiempo después cuando la ciencia se impondría como supremo e indiscutible argumento final de autoridad y, aún así, son muchos los que tienen la sensación de que faltan respuestas para las dimensiones no estrictamente racionales de la vida. La tecnología no arrincona la magia. No sabemos como funcionan los sofisticados instrumentos que manejamos, lo hacemos como lo harían los salvajes y eso no proporciona verdadero conocimiento. Seguimos sin saber y por eso creemos por igual en el amuleto que en el iPhone: no tenemos ni idea de como funcionan ninguno de los dos.

La superstición se aprovecha del desarrollo tecnológico, los homeópatas y brujos fingen ser científicos y los talismanes y fetiches que nos venden no se presentan como escapularios milagrosos sino como tecnología esotérica. Eso facilita que en pleno siglo XXI tengan tanto mercado tarotistas, médiums, magos y hechiceros que consiguen la paradoja de que el progreso de la ingeniería, la informática, la medicina y la robótica conviva con el resurgimiento del culto de Isis, el apogeo de los chacras y otras prácticas cabalísticas que varios milenios de evolución deberían ya haber enterrado.

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