Placas conmemorativas

25 de junio 2025 - 03:05

Conozco la situación del mundo mundial, especialmente Palestina, Irán, y los aliados israelíes y americanos. Conozco la situación de Europa: una marcha atrás en derechos. También puedo hablarles de España y sus autonomías, del escándalo con las pestañas de la Virgen Esperanza Macarena, pero hoy voy a mostrarles una de mis obsesiones favoritas que lleva por título: Placas Conmemorativas.

Me refiero a esos rectángulos en madera que llevan en el centro una chapa de metal donde se da las gracias a alguien por algo. En estos días de fin de curso y de verbenas varias es muy frecuente que aparezcan en un escenario con un envoltorio que podría parecer otra cosa.

Las hay de diferentes tamaños, aunque me he referido al tamaño común, pero no olviden que pueden ser tan grandes como un cuadro mediano. Las hay, como no, de distintos materiales: barro, cristal, aluminio, plata de ley, alpaca, oro, mármol, granito y cualquier material que le parezca oportuno al vendedor. A veces, las realizan en joyerías y, otras, en tiendas de trofeos y artículos deportivos.

En cada de una de ellas, según el homenajeado o agradecido, figura el nombre del señor o señora, la conferencia que ha impartido o lo que ha hecho por su barrio, la jubilación que por fin llegó, los años que estuvo como párroco, entre otras cosas. Además del nombre de la persona que es motivo de júbilo, aparece la organización con su logos y la fecha del evento junto al lugar donde transcurre el acto.

Después de recibir numerosas placas a lo largo de mi vida, he llegado a la conclusión de que constituyen un universo diferente al habitual en el mundo de los objetos. Así mismo, si se observa el contenido de las frases que aparecen, creo que podemos hablar de un género literario propio. Veamos: ”Gracias por haber venido a este humilde pueblo a mostrarnos su bondad y sabiduría”. “Muchas gracias por todo”. “A ti que hiciste de este barrio un lugar donde se puede Vivir, gracias”. “Por todo lo que has hecho en tu vida, te merecías este homenaje. ” No te olvides nunca de nosotras”. Y así hasta llegar a las placas funerarias tan de moda grabadas con láser. ” Murió en paz con el mundo. Sus familiares”. “Ha habido mucho dolor y mucho amor. Sus familiares, pero no todos.”

El problema se plantea no cuando te regalan diez o quince plaquitas, sino cuando acumulas unas quinientas, ¿qué hacer? Conozco amigos que directamente las tiran. Yo debo tener el síndrome de Diógenes y me cuesta deshacerme de ellas. Al final, opté por tenerlas en el Museo que lleva mi nombre en Los Barrios gracias a la generosidad del Ayuntamiento. Pero no están todas, es imposible.

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