Otro mundo

07 de julio 2025 - 03:06

Viajar es una manera de abrir la mente, ponerte a prueba y cuestionarte qué crees saber de este mundo que habitamos y compartimos, aunque esto último resulte quimérico en función de donde te haya tocado nacer o vivir.

Viajar también significa cumplir sueños y, en este relato particular, me ha permitido retroceder en el tiempo hasta lo más remoto del origen de las civilizaciones. Trastornado por la falta de sueño, pero lleno de imágenes, sensaciones y vivencias. Así he vuelto de Egipto, de Kemet, como llaman los oriundos a su “tierra negra”.

Egipto es otro mundo para lo bueno y para lo malo. El poder estar, ver y tocar una civilización con más de 30 siglos de historia es algo único. Pirámides, templos, momias, obeliscos, estatuas, tumbas... Va más allá de que te guste o no la historia. Se trata de entender de dónde venimos.

Se trata también de entender a otra cultura, un país enorme con enormes diferencias entre ricos y pobres. Los egipcios viven en su mayoría en la pobreza y en unas condiciones inimaginables para el europeo occidental que vive enganchado al móvil y a las comodidades.

El turismo es un salvavidas que evita que la nación del Nilo sea un agujero negro. El regateo se convierte en un arte obligado, casi en un “buenos días”. Allí solo falta negociar por respirar al aire por contaminado que esté.

La religión del Islam manda en Egipto. No es Irak ni Irán, pero desde el primer momento te queda claro que el hombre allí está por encima de la mujer en todo. En todo. Y la religión está por encima de la ley. Cuanto más te adentras en el desierto más radical se vuelve está realidad. No creo que a ninguna mujer que conozca le gustase vivir bajo esas normas. Es su cultura y que cada cual decida si quiere respetarla o no. Puede que sea el futuro de Europa, quién sabe.

El Cairo es una megalópolis, una súper ciudad donde cabe todo y hay de todo. Y donde conducir es un ejercicio de supervivencia extrema. Es una ciudad muy segura más allá de que en la calle quieran vender y estafar. Viven de eso, pero el turista es muy respetado y hay mucha policía. Es normal ver al ejército en zonas masificadas. El AK colgando bajo el brazo mientras se lía un pitillo tan pancho.

Es un viaje inolvidable que todo el mundo debería hacer, especialmente quien anhele tocar el granito milenario de las maravillas que siguen en pie y todavía, a día de hoy, siguen saliendo bajo las infinitas arenas bañadas por el gran Nilo.

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