Meriendas educativas

19 de noviembre 2025 - 03:06

El punto 2º del artículo 27 de nuestra Constitución indica: La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales.

En mi infancia, no estaba en ejercicio la actual Constitución. Sin embargo, tuve educadores adelantados y me sentí acompañando en mi desarrollo personal. Era un niño bastante sucio, olía más a mis perros que a chaval, y no veía necesario cambiarme de camisa mientras no tuviera sucio el cuello; gordo, me encantaba llevar bocadillos con la pringá del día anterior; el café, pero prefería una yema de huevo en una cerveza; con múltiples faltas de ortografía ya que en casa no tenía libros, cuando le pedí a mi abuela que me regalara una Biblia se asustó porque eso era cosa de “protestante”; con un lenguaje arcaico típico de la barriada de la Atunara, donde todos los verbos eran “regulares”; y fumaba a escondidas, tabaco negro.

A pesar de ello, don Alfonso me enseñó a escuchar a los pájaros, su canto me alimentaría más que su poca carne; don Ramón, con las tardes en el huerto escolar y los paseos de los sábados para realizar los herbarios, para conocer a la naturaleza teníamos que dejar los libros a un lado y salir al campo; don Javier me demostró muchas tardes, tras las clases, que los libros hablan directamente al corazón.

Blanqui, profesora de Historia, nos invitaba a su casa, en los pabellones militares de San Roque, donde, entre merienda y merienda, descubrí qué era la empatía y el respeto.

Con Ramón escribí en el Floripondio, el periódico del Instituto.

José Antonio, mi profesor de Matemáticas en Magisterio, me demostró que dormir en una tienda de campaña sobre el suelo puede ser el lugar más confortable del mundo y sor Carmen me invitó a su casa muchos días del mes de julio y agosto para aprender a escribir sin faltas de ortografía, con descansos donde reinaban las magdalenas.

Don Alfredo, Fernando, la señorita Viki, don Francisco y tantos otros.

He intentado tenerlos a ellos como referencia en mi trabajo, no obstante, no les he llegado ni a los tobillos. Gracias por transmitirme que una merienda puede ser la metodología más educativa.

stats