En tránsito
Eduardo Jordá
¿Tú también, Bruto?
Por qué iba a ganar dos pudiendo tres. Quienes ríen desaforados ante los optimismos antropológicos de la izquierda y sus filantropías, dándolos por inútiles y utópicos, en cambio promueven la idea según la cual el Mercado se regula a sí mismo, arruina o enriquece... como si quien pudiera elegir estuviera dispuesto a sacrificar beneficios por el bien del sistema. Esta trola, igualmente fantasiosa u optimista que la de la supresión de la propiedad privada, sin embargo la ven como creíble, a pesar de comprobar que las economías lejos de ser estables viven en una espiral de crecimiento de precios permanente generando crisis que sólo la intervención regula de forma cíclica.
No conozco alternativa al mercado, pero sin olvidar que sólo es el reflejo de la avaricia. Creer que el esfuerzo y el trabajo tienen correlación con la riqueza como corolario con ínfulas lógicas, es igual que confiar en un día en el que la educación habrá acabado con la propiedad y así con el Estado, la familia patriarcal y el providencialismo religioso. Fantasías.
El mercado, como el delito, sólo admite regulación; porque acordar, pactar y cuidar a la mayoría es lo que revela lo poco bueno humano. Si no lo legislas, ¿por qué no coger viviendas y convertirlas en zulos de cuarenta metros cuadrados alterando los precios? Esto es: si una casa vale diez y hago tres con ella, vendo a cuatro y saco dos de beneficio añadido al que ya tenía, con la trola del acceso a menos de la mitad de un precio normal... degrado la vivienda, destrozo el mercado y el derecho a una compra y una vida dignas... en nombre de la libertad, ¿por qué no iba a poder hacerlo? Pues porque en un régimen libre de verdad el estadista debe legislar para equilibrar propiedad y derechos, no confundir la satisfacción del vicio de la persona con un bien común. Esta aberración de la vivienda y la libertad es dejar hacer con los pisos lo que libremente quisieran los que tienen capacidad de especular: egoísmo pleno, disfrazado.
Construir vivienda pública, claro, pero también intervenir: no se puede construir sin que antes estén garantizados los servicios: qué me dicen de esos pueblos que en verano decuplican su población sin limpieza, médicos, aparcamientos... Nuestros políticos ¿qué hacen? ¿Inaugurar? Hay que prever, sin beneficio no hay mercado pero sin consumo tampoco, ambas caras de la moneda son el valor de nuestra sociedad, ambas son el objeto de la política.
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