Io sono Giorgia, sono una dona, sono una madre, sono cristiana! Gracias a este maravilloso latín que diversamente hablamos en medio mundo, es muy fácil de entender lo que decía a voz en grito esta señora.

Con esta parca presentación ha conseguido en Italia un éxito en las elecciones de su país. Unos argumentos que son fácilmente comprobables, al menos los biológicos, que es una mujer y que ha sido madre. La tercera partícula definitoria ya me plantea algunas dudas.

Ese definirse como cristiana me llama poderosamente la atención. ¿Qué pretende con ello? ¿Utiliza su hipotética religiosidad como un aval, como una especie de garantía de bondad? ¿Quiere decir con ello que al declararse cristiana ya está todo dicho respecto a algo así como una humanidad intrínseca e incuestionable? ¿Supone, por tanto, que los criminales o asesinos están fuera de su religión, porque ser cristiano implica, automáticamente, ser buena persona?

Será mi descreencia o mi desconocimiento de los temas de los dioses, pero creo recordar que, al menos en el cristianismo, el mensaje lanzado por Jesucristo, que para los creyentes es mismamente Dios, era de amor, comprensión, igualdad, de amar al prójimo como a ti mismo. No es que ponga yo en duda las capacidades para las cosas del querer de la futura primera ministra italiana, pero, para empezar, sus compañeros de viaje, un xenófobo racista -Salvini- y un individuo que ha sido condenado por varios delitos y algo tan brutal como la incitación a la prostitución infantil -Berlusconi-, no parecen ser una protección contra la maldad.

A veces estas dudas se me reafirman al comprobar que absolutamente nadie ha alzado la voz para responder a Meloni. Ningún cristiano o cristiana se ha ofendido ni ha vislumbrado un abuso de su religión para obtener réditos electorales cuando, de todos es sabido que las políticas que esta mujer desarrolle no van a ser de brazos abiertos a la inmigración o de aceptación de las diferencias. Este uso de la calificación cristiana suena oportunista y falsa y parece mentira que ningún colectivo o persona objete nada. ¿Están anestesiados los cristianos con las culpas históricas de la Iglesia que ya encuentran normal usar el nombre de dios en vano?

En fin, la campaña electoral concluyó con un breve vídeo de la candidata exhibiendo dos melones de buen tamaño a la altura de sus pechos para concluir que ya estaba todo dicho. Con esa fina imagen da por finiquitada su lucha por encumbrarse como la nueva líder transalpina. Bochornoso. Preludio de lo que nos espera.

Por cierto, ¿quién les iba a decir a la gente de Villaconejos que les iba a salir semejante competidora?

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios