Los males sociales

25 de julio 2025 - 03:06

Aveces no conseguimos poner en orden nuestros pensamientos y las ideas se amontonan sin orden en nuestra mente sin acertar a distinguir entre lo positivo y lo negativo.

Por ejemplo, pongamos entre lo positivo obrar con equidad, ser justo en nuestras decisiones, no apropiarse de lo ajeno, aunque no nos vean, pues para nuestra desgracia existe aquello que dice “si coges lo que no es tuyo y no te ven, no pasa nada”. Vamos, que lo malo es que te cojan con las manos en la masa. Yo diría que ese razonamiento es más bien de Rinconete y Cortadillo que de una persona formada y honesta. Pero en estos decires andamos para nuestra desgracia, sin distinguir el bien del mal.

Ente lo negativo incluyamos la soberbia, la codicia, la mentira, el odio, la extorsión, el aprovecharse del prójimo a sabiendas de que le causarás un gran daño, la violencia, la usurpación, y un largo recorrido de posicionamientos antisociales y destructivos.

Si ahora pudiéramos poner en una balanza lo positivo y lo negativo, encontraríamos que la balanza se inclina hacia lo negativo. Consecuencia de vivir en una sociedad mediatizada por conseguir todo aquello que nos haga feliz, lo cual es muy loable, pero obviamos que para conseguir nuestro objetivo, la mayor de las veces, pasamos por encima de quien sea, como sea y cuando sea; por lo cual pondríamos en tela de juicio si el fin justifica los medios.

Nuestra sociedad endiosada diría que sí, que cualquier medio es válido e incluso justo para conseguir ser feliz, aunque sea la felicidad más simple o la de un pequeño momento, tejiendo así el camino hacia la gran felicidad. Sin darnos cuenta de que la gran felicidad hacia la que se encamina nuestra sociedad no existe.

La auténtica felicidad está empedrada de pequeños momentos que nos hacen sentir bien, en primer lugar con nosotros mismos y en segundo lugar, con nuestro entorno. No olvidemos que el hombre es un ser sociable y vive entregado a una sociedad que nos condiciona.

Puede el hombre sentirse plenamente feliz cuando ve que la guerra merodea en territorios cercanos o lejanos y que hay hombres sin escrúpulos que encaminan a otros hombres al enfrentamiento. Sentirse feliz se ha vuelto una quimera inalcanzable, entre el bien y el mal que golpea nuestra sociedad.

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