La ciudad y los días
Carlos Colón
Nacimientos y ayatolás laicistas
Aquí está el héroe, la luminaria socialdemócrata brillando en la Europa oscurecida por el avance de la extrema derecha, el defensor de los ciudadanos y las libertades, el pacifista no armado más que con razones y argumentos, el que va a desbaratar la arquitectura capilar de Trump, la firmeza de Europa frente al pelotilleo de un Rutte que le escribe a Trump como si fuera López Vázquez rindiéndose ante Katia Loritz, sustituyendo aquello de “un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo” por “Europa va a pagar a lo grande, y eso será tu victoria” o “Donald, nos has conducido a un momento muy, muy importante para Europa, América y el mundo”.
Hablando en progre sepia Ione Belarra, de su antiguo socio de coalición, pedía al Gobierno “sáquennos de la OTAN, una organización criminal y terrorista”, le acusaba de “firmar la mayor traición a la gente trabajadora de este país” y remataba, con la elegancia debida al Congreso: “Fuck Trump y Fuck OTAN”.
La prensa amiga titulaba ayer: “Sánchez se enfrenta casi en solitario en la OTAN a un bloque europeo a favor de obedecer a Trump y gastar el 5%” o “Sánchez acude con el ‘no’ de España a una cumbre de la OTAN partidaria de obedecer a Trump”. Mientras la crítica titulaba: “Moncloa no rectifica y se jacta de haber torcido la cumbre de la OTAN” o “Sánchez aparece orillado en la foto de familia de la cumbre de la OTAN y aislado del resto”. ¡Y tan aislado! “Tutti contro la Spagna. Solo Ungheria e Slovacchia d’accordo con Madrid”, titulaba La Repubblica. Lo que, de otra parte, podría venirle bien en su papel de llanero solitario/ solidario de la izquierda, desmontando la admonición de Belarra: “El señor Sánchez se va a hacer la foto con Trump y Von der Leyen y esta foto les va a perseguir toda la vida”.
En tiempos de confrontación, rige la ley de Campoamor: “Y es que en el mundo traidor / nada hay verdad ni mentira: / todo es según el color / del cristal [del partido] con que se mira”. La verdad no es solo la primera víctima de la guerra, como dijo Esquilo, también de las situaciones degradadas, corruptas, polarizadas, acríticamente partidistas, en las que se impone esa otra ley o estrategia que Zapatero –el Gepeto del actual PSOE– le confió a Gabilondo creyendo que el micrófono estaba cerrado: “Nos conviene que haya tensión”.
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