Jeremiah Johnson

21 de septiembre 2025 - 03:08

La primera vez que vi Las aventuras de Jeremiah Johnson sentí una conmoción interior. De alguna manera aquella película mostraba en la pantalla sentimientos y emociones que fascinaban el espíritu aventurero y soñador de aquel adolescente que era entonces quien esto escribe. Un Robert Redford que ya empezaba a consolidar su exitosa carrera cinematográfica (Descalzos por el parque, Dos hombres y un destino, La jauría humana) se asocia con el director Sidney Pollack para rodar una versión de la novela El trampero (Mountain Man) que narra la vida y aventuras de un soldado que, tras la guerra con México, abandona la vida en la civilización, en favor de una más dura, violenta y solitaria pero más gratificante comunión con la naturaleza.

Era el año 1972, un tiempo en que se mezclan el ecologismo y la actitud crítica frente a la guerra del Vietnam, con el incipiente desarrollo del cine independiente frente a la todopoderosa industria de Hollywood. El escenario son las impresionantes Montañas Rocosas en Utah, un territorio fronterizo todavía en manos de los indios donde el trampero se adentra en busca de osos y castores que cazar para comerciar con sus pieles. Johnson pronto comprenderá que la vida en aquella naturaleza agreste era tan difícil como peligrosa. Era un mundo regido por sus propias e inexorables leyes que el recién llegado averiguará gracias a un viejo trampero (Garra de oso) con el que aprenderá a cazar, a poner trampas, a dormir sobre la nieve, a comerciar con los indios y, ante todo, a respetar la montaña.

A través de diversos episodios seguimos los progresos del protagonista en un territorio salvaje donde cada día es un nuevo reto al que sobrevivir. Su familia (una mujer india y un niño huérfano mudo) son asesinados por los indios Crow en represalia por haber profanado Jeremiah su cementerio haciendo de guía para el ejército. La respuesta del trampero es ir matando uno a uno a todos los guerreros que el jefe indio envía para acabar con él. Filmada en los parajes naturales de Utah (cerca de la casa de Redford) la película logra transmitir a los civilizados espectadores que la contemplan la magnificencia de la montaña. “En ocasiones, cuando estábamos rodando, no sabía dónde acababa mi personaje y comenzaba yo mismo”. “Me sentí una parte de Jeremiah”.

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