George Stevens, marcado por lo que vio

La ciudad y los días

28 de enero 2025 - 03:06

El director George Stevens se enroló como voluntario para filmar el desarrollo de la guerra. Cuando el 6 de junio de 1944 el HMS Belfast disparó para señalar el inicio del desembarco en Normandía, él estaba a bordo de ese buque. Tras filmar el Día D con riesgo de su vida en los lanchones y en la playa, marchó con las tropas hasta la toma de Berlín. Los materiales quedaron olvidados hasta que su hijo los descubrió en los archivos de su padre, montando en 1994 George Stevens: D-Day to Berlin.

Pero no es esto lo más importante. Stevens entró con las tropas americanas que liberaron el campo de Dachau y lo que vio y filmó cambió su vida para siempre. Editó Nazi concentration camps para ser proyectada en los juicios de Nuremberg como prueba del inimaginable horror que la palabra no podía decir ni la razón admitir. Imágenes tan atroces que las autoridades aliadas prohibieron la difusión de estas y otras filmaciones de los campos de exterminio –el documental German Concentration Camps (1945) de Sidney Bernstein con asesoramiento de Hitchcock fue prohibido para no desatar una oleada de odio contra Alemania– hasta que en 1956 el público vio por primera vez imágenes del Holocausto en Noche y niebla de Resnais.

Cuando George Stevens regresó a Hollywood cayó en una depresión, alejándose del cine. Como si cumpliera la famosa frase de Adorno sobre la imposibilidad de escribir poesía después de Auschwitz, nunca volvió a dirigir comedias, el género en el que había triunfado con En alas de la danza, Sueños de Juventud o La mujer del año. Al retomar en 1951 su carrera lo hizo con Un lugar en el sol, basada en la novela Una tragedia americana de Theodor Dreiser, una historia ambición criminal y perversión moral, a la que siguieron películas de denuncia de la opresión de los vulnerables (su singularwestern Raíces profundas), del racismo (Gigante) y del Holocausto (El diario de Ana Frank), para culminar con La historia más grande jamás contada como una única luz de esperanza representada por Cristo.

La vida y la obra de George Stevens quedaron marcadas para siempre por lo que vio y filmó en Dachau. Sirva este caso, único en la historia del cine, en estos días de conmemoración de la liberación de Auschwitz como ejemplo del horror indecible, inimaginable, irrepresentable, sin precedentes y sin comparación posible con otros horrores que fue el Holocausto.

stats