
Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Víctimas
El sistema de reciclaje de botellas de plástico ha fracasado en España. No lo digo yo, lo dice el propio Ministerio para la Transición Ecológica en un informe con datos de 2023 que destaca que solo se recogió un 41,3% de los envases puestos en el mercado. El objetivo era recoger el 70%, así que lo dicho, fracaso absoluto.
Los contenedores amarillos se comenzaron a implantar en el Campo de Gibraltar hace poco más de 20 años, aunque a día de hoy son muchos los que no le dan uso. De hecho, hace poco me encontré a un vecino con un par de bolsas de basura junto a los contenedores y me comentó que había decidido comenzar a separar la basura. Los que no lo hacen argumentan que al final los envases y el resto de residuos acaban en el mismo vertedero, donde son clasificados, y piensan “que el trabajo lo haga otro”. También se excusan en que no tienen cerca un contenedor amarillo –esto es verídico en pleno siglo XXI– o que no cuentan con espacio suficiente en la cocina para clasificar tanta basura.
Este último punto ha tomado más valor recientemente por la puesta en marcha del contenedor marrón, que recoge exclusivamente los residuos orgánicos. De esta manera tenemos que tener recipientes para esta nueva fracción, los envases, el papel, el vidrio y la denominada resto. Nada más y nada menos que cinco. Bueno, y también botellas de plástico para no tirar el aceite usado por el fregadero. Y todo esto sin ningún tipo de incentivo, sino todo lo contrario. El contenedor marrón supuso un gasto para el Ayuntamiento de Algeciras y la Mancomunidad en la adquisición de nuevos contenedores y vehículos para su recogida que, como no, pagamos los ciudadanos a través de la factura. Y eso que se supone que con los restos orgánicos se fabrica compost, que digo yo que supondrá algún tipo de beneficio para las arcas públicas.
Transición Ecológica ha llegado a la conclusión de que el fracaso de recogida de envases –aunque Ecoembes asegura que se recoge el 73,4% de las botellas de plástico de bebida, pero teniendo en cuenta los residuos generados fuera el hogar– obligará, en el plazo de dos años, a poner en marcha un sistema de depósito, devolución y retorno, como el que ya funciona en otros países de Europa con éxito porque incentivan al reciclaje. Es el mismo que teníamos hasta principios de los 90 con el vidrio, que siempre se devolvía a la tienda o al supermercado para que la Coca Cola o la cerveza fuese más barata. Y vaya la que te caía si por el camino al Saavedra rompías la botella… Lo bueno es que ahora si se caen no se romperán. Aunque tampoco estaría mal que ese mismo sistema se volviera a aplicar con las botellas de vidrio.
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