El dolor del fuego

22 de agosto 2025 - 03:07

Ironizar sobre el dolor, el sufrimiento que están pasando otras personas, es deleznable se mire como se mire.

¿Se puede gastar una broma cuando el fuego acorrala a las personas? El fuego es como un látigo que azota sin mirar a quien tiene delante. Destruye casas y cosechas, destruye el monte y siega vidas de animales y vidas humanas. Ante la destrucción que está llevando el fuego a muchos lugares de España, no se puede ironizar para hacer una política cutre de dañar al rival. No hay explicación posible que busque hacer heridas, pensando en dejar en ridículo al otro, basándose en la destrucción del fuego, en las lágrimas de la gente y en la muerte. Todo no está permitido en política ni en la vida. Hay líneas rojas que nunca debemos pasar, por el bien común y el bien propio, para no perder nuestra dignidad humana.

No burlarse del dolor con ningún tipo de finalidad debe de ser una línea roja bien trazada en el comportamiento de las personas.

El fuego que en estos últimos días del mes de agosto está asolando España es la consecuencia de un calor extremo que estamos padeciendo, añadido a que los montes se han ido quedando fuera del control de los hombres, bien porque se han abandonado los pueblos y las viviendas rurales que eran el timón para un desbroce continuado y que las áreas montañosas se mantuvieran con cortafuegos y limpias de forraje.

Después, nos hemos ido adentrando en una regulación institucional del campo donde el control de la limpieza de nuestros montes ha quedado casi anulada, por diversos motivos, como prohibiciones y poco control. La espesura de los montes ha ido creciendo y el hombre no ha hecho nada para controlarla.

También hay causas naturales que son motivo de incendios, como los rayos.

Igualmente el hombre por imprudencia o por maldad puede ocasionar grandes daños. Y también la saturación de población vinculada a medios tecnológicos hace posible que el fuego aparezca con su poder destructor.

Será que nuestra sociedad camina descalza por la vida y no prevé la destrucción del fuego, aunque venga de forma natural. En este caso, el daño solamente se puede paliar con medidas previas, para que sea el menor posible y que nadie pueda perder sus casas, sus animales ni su vida.

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