En tránsito
Eduardo Jordá
Vivienda
Estatus de especial singularidad
El pasado 3 de mayo el Sindicato Unificado de Policía (SUP) convocó una concentración en la Plaza Alta de Algeciras para solicitar del Gobierno de la nación que declare al Campo de Gibraltar como Zona de Especial Singularidad. La convocatoria estuvo apoyada por numerosos colectivos, tanto sociales como políticos, además de por compañeros de la Guardia Civil, Aduanas y Prisiones.
De forma casi paralela, el día 4 de mayo el Partido Popular presentó en el Parlamento andaluz una Proposición no de Ley (PNL), en el mismo sentido. Esta PNL fue defendida por la parlamentaria Pilar Pintor, y tras el debate fue aprobada por unanimidad. Con ello se reforzaba esa reivindicación de que el Campo de Gibraltar sea declarado Zona de Especial Singularidad, y se solicitaba del Gobierno central que con carácter urgente y prioritario llevase a efecto esa declaración, con la finalidad de dotar de más medios humanos y materiales a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado en la lucha contra el narcotráfico.
Todo muy bonito, aparente, formal y lógico, unido a las grandes alharacas que el propio SUP y los partidos políticos han hecho de esa reivindicación. Y utilizo estos adjetivos, porque son los que creo que definen a esa petición sindical y parlamentaria: bonito, porque ambas peticiones están cargadas de buenas intenciones; aparente, porque ninguna de ellas tiene poder para doblegar la voluntad de un Gobierno que ignora lo que ocurre en esta zona tan remota de Madrid; formal porque la convocatoria se realizó a través de los medios de comunicación y la propuesta se debatió en sede parlamentaria; y por último, lógica, porque a nadie se le escapa que el Campo de Gibraltar requiere de medidas urgentes que solucionen los graves problemas de seguridad que existen en la zona.
Pero esas alharacas no pueden ocultar la realidad de lo sucedido en ambas peticiones, pues en el caso de la concentración del SUP, a la misma acudieron unas escasas 60 personas, a pesar de que nuestro admirado Paco Mena, portavoz de la Plataforma Por Nuestra Seguridad y por la de Todos, que era uno de los colectivos que apoyaron la concentración, asegurara al finalizar la misma: “estamos aquí todas las plataformas apoyando al SUP y peleando por esta comarca y por los agentes que son los que dan la seguridad y tranquilidad para criar a nuestros hijos”. Se me antoja que 60 son muy pocas personas para apoyar una reivindicación tan importante, a pesar de ser tantos los colectivos que la apoyaron. También hubo ruido, y mucho, en la sede del Parlamento andaluz, pues algunos partidos, a pesar de apoyar la reivindicación (¡faltaría más, en tiempo de elecciones!), no ocultaron su cainismo criticando la falta de solicitud de otras medidas de carácter social, o criticando duramente la exposición de motivos de la propia PNL.
Si aceptamos como cierto lo que aseguraba Mónica Gracia, secretaria general del SUP durante la concentración, de que "… la comarca es un destino de paso y los compañeros no duran más de un año y medio, no hay arraigo y el compañero no trae a las familias porque hay miedo, porque también somos ciudadanos y personas …", también tendríamos que aceptar que son igualmente ciertas las afirmaciones que existen en la PNL aprobada por el Parlamento andaluz, y que tanto escandalizaron a algunos parlamentarios de la oposición, los cuales llegaron a afirmar que se estigmatizaba a la comarca hablando de inseguridad.
Pero ambas cuestiones, como ocurre cuando se habla de gustos y de colores, tienen sus matices. Y lo tienen porque los funcionarios que vienen a esta comarca como primer destino tras su ingreso en el Cuerpo policial correspondiente, o bien tras superar un proceso selectivo de ascenso en su carrera profesional, mayoritariamente vienen de otras zonas de la geografía nacional, y cuando la oferta de plazas en sus lugares de origen se lo permiten, solicitan el traslado. No es el miedo el que obliga a un funcionario policial a solicitar el traslado. Tampoco lo es la carestía de la vida en esta zona, como sucede actualmente con la vivienda en Ibiza, donde resulta casi imposible que un funcionario policial pueda costearse un alquiler de vivienda con su sueldo. Simplemente quieren acercarse a sus lugares de origen.
Pero más allá del ruido, lo único que queda claro es que el Campo de Gibraltar es una zona muy singular, que no necesita de ninguna declaración por parte de nadie, y que lo único que necesita es que no sea olvidado como secularmente lo ha sido, tanto por Cádiz como por el Gobierno de Madrid.
Desde el centralismo se sigue viendo al Campo de Gibraltar como “una zona de gran potencialidad, con una importante actividad portuaria, tanto de mercancías como de pasajeros, así como en una pujante industria, especialmente en el entorno de la Bahía de Algeciras”. Visión optimista que también comparte Sevilla. Pero ambos gobiernos, tanto el central como el autonómico, con esa visión optimista se hacen el sueco para ocultar la realidad del paro en la comarca, y el acomodo que han realizado muchos jóvenes en paro a vivir sin grandes esfuerzos, incorporados a los numerosos grupos que integran la legión de narcotraficantes que pululan en la zona.
Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, los jueces y los fiscales, se suelen ver impotentes, pese a los esfuerzos que realizan, para contener y combatir este fenómeno delictivo, pues les faltaban medios humanos y materiales, así como herramientas administrativas más eficaces y ágiles, como por ejemplo aquellas que ayudaran a agilizar los plazos de instrucción, destruir elementos relacionados con el narcotráfico, confiscar y enajenar propiedades, etc.
Como siempre sucede, los gobiernos de turno se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena, y en esos momentos adoptan medidas paliativas que no son fruto de una planificación, sino improvisadas y motivadas por las circunstancias sobrevenidas en cada momento. El Campo de Gibraltar solamente está en la mente de nuestros gobernantes cuando truena o cuando pintan bastos.
Se ha llegado a una situación en la que el Campo de Gibraltar se encuentra ante una encrucijada, principalmente motivada por la situación social y por el Gibrexit, y antes de elegir un camino a seguir y diseñar las acciones que se deben acometer, se debe realizar ineludiblemente un Plan Estratégico de actuación, y huir de las medidas paliativas que tormenta tras tormenta se van adoptando.
De ello dependerá el éxito que pueda tener la Comarca en un futuro, más allá de que sea declarada Zona de Especial Singularidad por el Gobierno de la nación.
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