Crónica personal
Pilar Cernuda
Una sentencia destinada a Conde-Pumpido
La fontanera, Koldo, Ábalos, Cerdán, los asuntos familiares, la Fiscalía y un largo etcétera, incluidos los trenes que van de mal a peor. No se sabe cuándo y en qué pueden acabar tantos casos. Estamos al límite y el españolito de a pie ya está hecho a todo, y todo lo acaba viendo normal. Ahí está el mal de muchas cosas, que se acabe viendo normal lo que es en fondo y forma anormal. Quizás en estos momentos sea la sociedad la que tenga en sus manos la solución.
Hay cosas que se caen por su propio peso y puesto que decimos vivir en una democracia, la alternancia es una opción que contempla dicha democracia. No se puede vivir instalado en el miedo, esperando a que venga el dóberman, pues si llegara, hay medios democráticos para ponerle el bozal. Hay que ver todo lo que está pasando con objetividad e ir tomando nota para decirles a los que iban a regenerar la democracia española qué dónde se han metido, que parece ser que no se enteran de nada o bien es que están dispuestos a comulgar con ruedas de molino para no perder mando en plaza; porque en el fondo a ellos no les importa nada que no sea su propio yo. Con esta conducta están dando a entender algunos políticos, sobre todo los que hablan por el pueblo y para el pueblo, que son unos aprovechados.
Qué decepción de izquierda española. Valores por el suelo, mordidas en contratos, señoritas de compañía y sus socios mutis por el foro. Por si fuera poco, los trenes nos dejan colgados, horas y horas sin atención. El ministro de Transportes desaparecido y cuando aparece es para decir que toda va “divino de la muerte”.
Otro caso es el de los socios nacionalistas que reman en una única dirección: sacar la mayor tajada, poniéndose muy dignos, cara seria y frases lapidarias, pero luego nada de nada. Hay que mantener a la gallina de los huevos de oro, que si no son de oro son de muchos miles de euros, a los que hay que seguir la pista por algunos paraísos fiscales.
En estos asuntos a veces pasa que pagan los curritos que hacen el trabajo sucio y el jefe se mantiene apartado viendo cómo suceden los acontecimientos y apartándose a su debido tiempo para que no le caiga encima la basura. Va siendo hora de que las cosas se aclaren, caiga quien caiga, sea quien sea.
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