Bienvenido, Míster Trump

17 de noviembre 2025 - 03:06

Estoy seguro de que la visita de negocios que Donald Trump junior mantuvo el pasado viernes en Gibraltar, y que ha sido brillantemente desvelada y narrada en estas páginas de Europa Sur, ha traído a la imaginación de mis paisanos esa obra maestra que en su día dirigiera Luis García Berlanga y protagonizaran un soberbio José Isbert junto a Manuel Morán y Lolita Sevilla: Bienvenido, Míster Marshall. Debo reconocer que no estaba en la Focona cuando la caravana filiopresidencial cruzó a toda velocidad el puesto fronterizo, aún límite del espacio Schengen, pero me apuesto una tapa de langosta falsa del Bar Finlandia a que los que iban tras los cristales tintados no fueron identificados conforme establecen las normas comunitarias. Es obvio que cruzarían la Verja a la misma velocidad que los haigas de los americanos atravesaron Villar del Río, dejando atrás una enorme nube de polvo, mientras el empollón del pueblo intentaba leerles las cuartillas de bienvenida.

Tampoco me consta que se hubiera preparado comisión vecinal alguna para que, instalados en la ribera del Cachón de Jimena entonaran aquella fantástica coplilla: “Os recibimos, americanos, con alegría”. Y eso que aquí lo habríamos tenido infinitamente más fácil que lo tuvieron los vecinos de Villar del Río para que, siguiendo las instrucciones de su alcalde, acudiesen a la recepción vestidos de andaluces.

Y tampoco ha quedado registro alguno de que Juan Franco, en una interpretación idéntica 100x100 a la que hizo en su día Pepe Isbert, se asomara al balcón del Paseíto Saccone para dirigirse a sus convecinos. “Vecinos de Villar del Río, como alcalde vuestro que soy os debo una explicación y esta explicación que os debo os la voy a pagar, que yo como alcalde vuestro que soy os debo una explicación y esta explicación que os debo…”. Lo que no me queda claro es a quien habría correspondido el papel de Manolo Morán que interrumpió el bucle en el que había caído nuestro irrepetible alcalde de ficción.

Y sean cuales sean las conclusiones a las que nuestras desbordantes imaginaciones nos puedan conducir, nunca está de más advertir que cualquier parecido de la realidad con la extraordinaria película de Berlanga no es más que una pura coincidencia. ¿O no?

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