No quiero ocultar mi sorpresa al conocer, hace ya algún tiempo, la candidatura de Rafael Fenoy Rico, de una conocida y emprendedora familia algecireña, en la que ya hay varias figuras relevantes, de las que aportan y no restan. Sé que no es hombre de partido, pero sí de sindicato de radicación anarquista. Es una pequeña contradicción, sin importancia, que participe en política encabezando una candidatura que, de hecho, reconoce una estructura política incompatible con el anarquismo. Pero ya lo hizo Federica Montseny Mañé, catalana nacida en Madrid, hija de anarquistas y sindicalista de la CNT desde la proclamación de la Segunda República. Federica, notable escritora y pensadora, fue ministra de Sanidad y Asistencia Social en el Gobierno presidido por Francisco Largo Caballero, e hizo una gran labor, a pesar de haber desempeñado el cargo en un corto período de tiempo, apenas seis meses, cuando ya había estallado el golpe del 18 de julio de 1936.

La magnífica entrevista que Gloria Sánchez-Grande ha hecho a Fenoy se le quedó corta. Que se celebrara en el Bar Limbo, tiene sus connotaciones añadidas a ser uno de los lugares más gratos y mejor situados de Algeciras.

Le habría gustado, parece, ir mucho más allá, pero el espacio y el tiempo tienen sus inevitables límites.

Confieso que la sorpresa que me produjo su presencia estaba atenuada por su condición de independiente y en una candidatura con el atractivo nombre de Adelante Andalucía. Dado ello, de nuevo asoma una contradicción; también pequeña, desde luego.

Es verdad que Blas Infante era anarquista, pero una opción nacionalista no casa con el pensamiento libertario, abierto y universalista. Ya es raro que un anarquista se sume a una opción política estructurada (ni dios ni amo), pero aún lo es más que esa opción suponga la asunción de un rasgo nacionalista.

Digo todo esto por habérmelo sugerido la presencia de una personalidad como la de Fenoy en un mundo como ese. Confieso, además de lo confesado, que me gustaría verle de concejal. Estoy seguro que sería bueno para Algeciras contar con su contribución al gobierno de la ciudad. No le dejarían hacer muchas cosas, me temo, pero sonaría lo que dijera. Es a lo que pueden aspirar, en el mejor de los casos, los que tienen algo que decir y lo dicen. Porque queda la sustancia. La visión humanista en una sociedad envuelta en una manifiesta falta de valores, remueve las conciencias. Eso sí, levemente.

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