Andar y contar
Alejandro Tobalina
Un día cualquiera
La libertad de expresión y pensamiento sólo tienen sentido respecto de lo público y lo privado, no son principios absolutos. Esto debe reducir las creencias a lo privado, son fe y no ciencia. Oír hablar de aborto repugna a la inteligencia, porque una cosa son las convicciones e intereses personales, privados, allá cada cual, y otra dar credibilidad a fanatismos disfrazados de derecho.
La única depresión catalogada como enfermedad es la postparto, y a nadie se le ocurriría informar a las embarazadas de los riesgos de la misma. Un feto no es una persona y por tanto no está sujeto a derecho; la biología, con sus posibles correcciones, somete a debate público la cuestión y concluye que la consciencia, el pensamiento, la coordinación de sistemas, la viabilidad, la posible pervivencia incluso con asistencia, delimitan la diferencia entre abortar y asesinar; y esto es ciencia, no un debate falso de igual a igual entre la fe y el conocimiento, les recuerdo que las religiones hasta penalizan el desperdicio de semen.
Este debate es una trampa, porque la religión tiene la palabra de Dios... El creyente tiene derecho a creer pero no a imponer su creencia. La ciencia se somete a un debate público disponible para todos, que suele incluir estudio y métodos objetivos. Los partidos se amparan en la ignorancia para reclutar votos. No pasaría nada por incluir la decisión de la mujer sobre su propio cuerpo, dado que otros la pretenden en la Constitución, blindándola; es sacar un debate falso de un foro equivocado evitando la confusión, en un país serio hasta quienes no abortan deberían estar de acuerdo, porque no olvidemos que una Ley de aborto no les afecta, no obliga.
Otra cuestión es la legalidad de la objeción de conciencia, que debería ser revisada; uno no puede aspirar a ser militar y objetar que no va a la guerra porque es pacifista, es contradictorio; ser obligada a hacer la guerra contra tus convicciones, si parece que encaja en la idea de objeción, ser “obligado” a participar en un aborto, parece que también, pero ¿se puede ser sanitario y objetar o es otra contradicción? ¿Y la eutanasia? Ser sanitario implica guiarse por el conocimiento y no por creencias, yo podría objetar porque ni soy sanitario ni soy militar; ellos han de ser expulsados de sus plazas por fraude de ley, por no cumplir con la ciencia ni el ordenamiento jurídico. Hay que cambiar la Ley. Ginecólogo “provida” es un oxímoron, porque nosotros no somos “promuerte”.
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