Cambio de sentido
Carmen Camacho
Zona de alcanfort
Uno de los detectores de la retracción de nuestra convivencia en paz es esta facilidad con que juzgamos. A algunos, más que a otras, se les ha olvidado la sexualidad enfermiza de nuestra adolescencia postfranquista, llena de trabajos manuales y canales medio codificados en la tristeza alcohólico-solitaria de las madrugadas.
Llevarse las manos a la cabeza por las últimas noticias de abusos entre menores o por la manipulación de imágenes para el chantaje está muy bien, pero lo evidente es que los adultos somos nosotros y, sin minorar la gravedad, los responsables sólo podemos ser nosotros mismos... Quienes más se quejan de sus hijas e hijos son quienes menos esfuerzo han dedicado a su educación o más han querido usarlos para anteponer su propia comodidad al beneficio de ellos.
¡Qué escándalo, mi hijo ve porno, y del duro!: ¿Y nadie se pregunta por qué y cómo? Damos por sentado que una persona equilibrada y normal no hace esas cosas, y se nos olvida que casi el 70% de los datos que se mueven por internet son porno, esto es, la proporción de desequilibrados debe ser un pelín mayor de lo que admitimos; casi todos estos protodelincuentes son varones. ¿No extraña tampoco a nadie? ¿De verdad no hay responsabilidad en las empresas que lo ofrecen?
A ver, yo no soy partidario de controlar la información, eso siempre es moral, ponga usted lo que quiera; pero si un menor comete un delito y ha usado su web o su programa y en teoría no podía hacerlo, ese servicio ha a ser corresponsable penal... Veríamos cómo los medios para que no pudieran acceder los menores (yo lo ampliaría a otros criminales) no serían meramente una pregunta como: “¿Tiene usted 18 años?”.
Educar siempre es adoctrinar, tienen razón los reaccionarios; pero no es lo mismo adoctrinar para limitar a las personas y sus elecciones, para juzgar y condenar, que para ser tolerantes y aprender uno de los principios básicos de la ética: el deseo no es bueno ni malo (quien tenga su inconsciente libre de pecado que dé la primera pedrada) sino que lo valorable es la ejecución del mismo. Dejemos la inquisición y eduquemos para pensar y asumir nuestro animal de fondo.
Debemos adoctrinar a nuestra prole con toda la crudeza del sexo para que lo practique sin traumas ni límites, más que la libertad de elección de los participantes... a no ser que queramos que nuestra represión putera y violante, degradante y deslegitimadora de lo femenino como mero campo de disfrute corporal, exaltadora de la frustración masculina por el desfase entre la realidad y su deseo sea la nueva señal hogaño.
Temo que la nueva vieja política no va por ahí, sino por pines parentales y vigilar y castigar. Pobre juventud abandonada. Como dicen los versos de Francisco Castaño: “Una cosa es hallar un equilibrio, / [...] Y otra cosa pasarse al enemigo / y acabar en su coro de palmeros”.
También te puede interesar
Cambio de sentido
Carmen Camacho
Zona de alcanfort
Gafas de cerca
Tacho Rufino
Pollos de Carrier
Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Libro del año
Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Hasta el rabo todo es toro
Lo último