Crónica Personal

Primeras señales de pánico

Desde hace semanas algo se mueve en el PSOE, y todo apunta a que Sánchez ha ido demasiado lejos

El secretario general del PSOE madrileño, Juan Lobato, dice en unas declaraciones a Europa Press que la amnistía “va contra lo que nos define como sociedad, que es que nos ponemos unas normas, nos obligamos a cumplirlas y quien no las cumple tiene consecuencias”.

Lobato, que cuando fue elegido líder del socialismo en Madrid –difícil plaza– demostró desde el primer momento que tenía discurso propio, pero pronto se unió al pelotón sanchista, lo que decepcionó a muchos. Con estas últimas declaraciones vuelve al carril inicial, defender sus verdades aunque no coincidan con los argumentarios de Ferraz y Moncloa.

Es significativo que Lobato imponga de nuevo su criterio. No es lo habitual en el PSOE oficial, donde impera hacer la ola al presidente del Gobierno aunque defienda lo contrario de lo que predicaba y por tanto defendían también los que siempre acompasan su discurso al del secretario general. Las razones para que de pronto se escuchen voces que no coincidan con las de Pedro Sánchez no se acaban de conocer. Son pocos, pero ahí están, y se puede especular todo lo que se quiera sobre las razones que les han llevado a ese distanciamiento precisamente ahora, después de tanto tiempo de asumir sin pestañear las líneas que imponía el presidente del Gobierno y secretario general del PSOE; con todo lo que eso significaba de pérdida de dignidad y de respeto a uno mismo.

Desde hace unas semanas algo se mueve en el PSOE, y todo apunta a que Sánchez ha ido excesivamente lejos en su entreguismo y algunos de sus colaboradores se han plantado.

Es muy evidente que las exigencias de independentistas y Bildu se acrecientan a medida que Sánchez va aceptando las iniciales y las de después, y los socios del Gobierno aprietan cada vez más fuerte a la vista de que Sánchez está dispuesto a pagar el precio del chantaje. Por otra parte, ha aparecido también el miedo en la familia socialista, porque los sondeos son crueles con el PSOE, Sumar se desmorona, PNV empieza a mirar al PP de otra manera a como lo hacía en los últimos años y Podemos vuelve a ser partido desde que abandonó a Yolanda Díaz.

No se equivocan quienes dicen que ven en Sánchez un rictus de pánico. Se comprende. Tiene por delante un decreto ómnibus difícil de aprobar y tres citas electorales en los próximos seis meses.

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