Tierra de palabras

Julen

Subí de escalafón: no soy una mujer madura a secas, soy una mujer madura abuela

La semana pasada, en la desescalada para que poco a poco volvamos a una relativa normalidad, los primeros en poder disfrutar de la salida de casa fueron los más pequeños. Programada para el domingo, Julen aprovechó para tomar su primer contacto con el mundo exterior; pero haciéndole honor uno de sus rasgos zodiacales, la terquedad, decidió adelantar su salida un día antes de lo previsto. Es muy saludable respirar alrededor la libertad de poder decidir, ahora que la situación hace que la decisión sea de otros por el bien de todos. Así que en vez del domingo decidió nacer el sábado, pasándose también por alto la fecha aproximada para su nacimiento que estaba prevista para el cinco de mayo. Empieza a dejar estelas de su destreza a la hora de elegir cómo y cuándo venir a buscar un lugar en el mundo. Y su lugar preferido ahora es el seno materno; dónde mejor para vivir las primeras horas y los primeros días: amor, calor y alimento asegurados.

Cuatro días después volvieron a casa. Sus padres lloraban durante el trayecto la emoción contenida en el viaje de vuelta a su hogar. Y allí estaba la abuela esperándolos en la puerta con toda la felicidad dentro y globos en la mano, como una feliz payasa riéndose del mundo para así, por unos instantes, olvidarse de todas las desgracias que ahora nos rodean. Sintiéndose afortunada de vivir en el mismo recinto cerrado que su hija que le posibilitaba la grandiosa bendición de encontrarse por primera vez con el delicado cuerpo de su primer nieto.

Desde una prudencial distancia, manteniendo la seguridad que la situación requiere, la abuela observa cada detalle que su nieto le muestra a la vez que colma de caprichos y cuidados a su joven y convaleciente hija. Se siente afortunada de poder gozar del privilegio del que no pueden gozar muchas abuelas. Ya llegarán los abrazos y los besos; ya vendrán el cambiar los pañales, arrullar en el pecho, cantar nanas bajitas al oído… Ahora se conforma con ser una guardiana, con acechar desde lejos, con afinar el olfato para que llegue el olor del cuerpo de su nieto; con ver cómo el ciclo se perpetúa y a quien ella dio de amamantar ahora amamanta…

Así que subí de escalafón; no soy una mujer madura a secas, soy una mujer madura abuela. Con toda la juventud corriéndome por las venas, con toda la vida por delante para ofrecerle a Julen el amor del que estoy hecha.

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