Tengo una amiga psicóloga que no tiene consulta para tanta demanda; hablar de moda es una inexactitud que puede ser cruel con quien tiene problemas de salud mental, está muy bien romper ese tabú y pedir ayuda, por supuesto, pero, me confiesa, mucha gente lo que quiere es un control externo que ratifique sus decisiones, lo que los convierte en pacientes de por vida para desalmados.

Hasta ahora el ser humano ha tenido que construirse ese control externo; la familia, el Padre todopoderoso y esa versión infantil del cosmos llamada religión han constituido sus versiones más simples, pero los propios materialistas griegos decían “Obra siempre como si te viera Epicuro”. Todos admiramos, y así aprendemos.

La aparición de las redes sociales, inmediatas y constantes, ha sustituido toda reflexión en favor de un mundo ya acabado que, curiosamente, es virtual. No sólo nos ha castrado como criaturas racionalistas, sino que provoca una escisión entre ese mundo real y lo que se “vive” como realidad, una dismorfia permanente en la que la no coincidencia genera conflicto, desorden, frustración de expectativas.

Muchos de quienes se consideran enfermos mentales simplemente no tienen desarrollada la capacidad de sufrimiento, sin consciencia ni de su cuerpo ni de su mente ni de sus valores ni de su situación social e histórica. El abandono de la lectura como actividad de relación de ideas que construye cerebro y Cultura, debate y aspiraciones, convierte en baba mental a sectores enormes de una sociedad que requiere cada vez más lo que toda criatura dependiente necesita: criadores. El ser humano se está estabulando confundiendo la salud mental con la incapacidad para afrontar sus problemas, una Ilustración invertida.

Lo que estamos intentando no es infravalorar un problema que puede ser gravísimo, sino haciendo una equivalencia entre lo que es una enfermedad orgánica y una cuestión de dieta; la dieta puede matar, pero se cura con cierta racionalidad. La sociedad es injusta, el poder se impone con su concepción del triunfo de muchas maneras diferentes; la vida es algo más que la imagen y algo menos que un hedonismo irracional e indiferente. Se viaja con la cámara, se folla con la cámara, se viste con la cámara, se come y cocina con la cámara, se ama con la cámara, se hacen amistades con la cámara, se expresan las emociones con la cámara... ¿cuál es el contenido de esas instantáneas? ¿Hay algo al fondo o la más supina inocencia convertida en deseo?

Vamos hacia un mundo idiota, la Educación debería prepararnos para buscar soluciones, no sólo encontrar problemas, no sea que colapsemos un servicio necesario cuando el remedio es el esfuerzo, la conversación y un par de libros, y el dolor.

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