Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Zamiatin
Hoy se ha conocido oficialmente lo que ya era una noticia que iba tomando cuerpo en los últimos días: el cese por parte de Instituciones Penitenciarias de Francisco Márquez Salabarri, director del Centro Penitenciario de Botafuegos.
Dedico unas breves palabras para destacar el aspecto humano y profesional de Paco, como es conocido entre sus allegados y amigos.
Persona discreta donde las haya, le conocí a mi llegada Algeciras en 1986 cuando desempeñaba en aquel momento cargo de Administrador del Centro Penitenciario. Entregado a su trabajo, durante más de cuarenta años ha estado a disposición de la Administración adaptándose a los diferentes destinos como director de centros penitenciarios de Sevilla y El Puerto de Santa Maria; sin tener en cuenta los partidos políticos que iban gobernando durante ese tiempo.
Ya en Algeciras, ha desarrollado una excelente labor ganándose el aprecio de funcionarios, ONG y la gran mayoría de personas internas en el centro. Me consta que ponía gran empeño en la función que tienen encomendados estos centros por la Constitución: reinsertar al interno para la sociedad. En muchos casos logró ese objetivo.
Si el cese obedece, como se viene diciendo, a una crítica o comentario en torno a la falta de atención de Instituciones Penitenciarias con el Centro de Botafuegos que ha dirigido durante años no veo explicación alguna. La crítica u opinión, si es constructiva como reclamar medios y denunciar el abandono de una prisión como la de Algeciras, donde se reúnen personas que han cometido delitos graves, es loable la valentía de haberlo hecho llegar a esas esferas.
Mi aprecio personal para un gran funcionario y una mejor persona que ha sabido sortear malos momentos en su vida personal.
Y finalizo con una frase que él decía, entre amigos, cuando se le preguntaba de dónde era natural. Respondía que era de un pueblo de Granada. “Por cierto, cuando alguien del pueblo preguntaba a mi madre, ¿y tu hijo Paco dónde está? Contestaba 'en Prisión'". Y el conciudadano, entendiendo que cumplía pena en vez de ser el director, respondía: “Ojú, ¿cuánto tiempo lleva?”.
Se pierde un gran director. Y se pierde la libertad de expresión con estos hechos.
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