Brindis al sol
Alberto González Troyano
Teoría del regalo
Nos creemos los reyes del mambo, que hacemos lo que queremos, que nada nos puede parar, pero una simple enfermedad o una pequeña intervención quirúrgica, te frena en seco por mucho que tú cantes “Don´t stop me now”.
Este parón te señala el mundo real, donde tú eres un insignificante granito de arena, no más importante que el resto de esta gran duna llamada sociedad. Todo continúa avanzando, sin notar tu ausencia. Es un buen baño de humildad que nos hace falta de vez en cuando.
Benjamin Lacombe estuvo en Sevilla este fin de semana, pues me quedé con las ganas de conocerlo. Lo mismo ocurrió con el Rosario de antorchas de la Virgen del Amor por la barriada de San José, fue espléndido, aunque no pude participar; o la presentación del último libro de Francisco Díaz Valladares. Nada se para, todo rueda con normalidad.
Estos momentos también se aprecia a las personas que auténticamente están contigo y las que deseaban tu presencia porque tenían algún provecho, las que te visitan o te llaman y las que no notan tu ausencia. Y entre todos ellos destaca mi perro, cada día soy más animalista, aunque me encanten mis bocadillos de jamón y el atún en manteca. Tu mascota es la que más te acompaña, la que se niega a salir de tu habitación, la que mete su cabeza bajo la sábana buscando tu contacto. Benditas enfermedades porque ellas sacan a flote lo más importante de nuestra sociedad. Tenemos una Seguridad Social maravillosa, envidiable por otras naciones que se dicen más importantes, como pueden ser la norteamericana o japonesa. En la sala de espera antes de la intervención nos juntamos por igual hombres y mujeres, gitanos y payos, andaluces y migrantes, jubilados y cotizantes, etc. Todos somos iguales, el orden es la dolencia, no tu cotización económica. Esto es lo que me gustaría que gritaran y defendieran nuestros políticos, tanto los de derechas como los de izquierda; aquí es donde tienen que echar los riñones por no decir otra parte corporal que para algunos puede ser malsonante.
Pero, cuidado, la Seguridad Social se mantiene, como todo el estado de bienestar de nuestra sociedad, con los impuestos, de los que debemos estar orgullosos de pagar y criticar al que no los paga por ingeniería financiera o por el supremacismo nacionalista. Impuestos que también debemos exigir que se inviertan en el avance social, donde más falta haga, donde más se necesite y no para maquinaciones políticas o pagos de prebendas personales.
El hospital de La Línea de la Concepción es fruto de la lucha del movimiento vecinal, de la mesa de trabajo; lucha que debe continuar, porque lo que está claro es que los políticos, tengan el color que tengan, solo actúan por la presión.
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