La actuación de los representantes españoles en el Campeonato Europeo de Atletismo celebrado en Berlín ha sido calificada de buena (e incluso de notable) por los expertos en la materia. Empiezan a ver con un cierto optimismo un futuro que durante muchos años los aficionados al atletismo siempre presagiábamos negro. Se han conseguido 10 medallas: dos oros, tres platas y cinco bronces y hemos ocupado el quinto puesto en cuanto al número de finalistas por detrás de Gran Bretaña, Alemania, Polonia y Francia. Sin embargo, este idílico panorama queda ensombrecido si se piensa que dos de estas medallas son "falsas", esto es, aún contabilizando en el medallero oficial son las de los equipos de marcha y maratón y no estaban incluidas en las previsiones de los dirigentes federativos (que conjeturaron de 12 a 15). Seis de las diez preseas fueron obtenidas fuera del estadio (pruebas de maratón y marcha) y de los cuatro atletas españoles que partían con las mejores marcas europeas del año, ninguno ganó medalla. En lo que, desafortunadamente, han cambiado poco nuestros atletas es en el victimismo que manifiestan en sus declaraciones cuando el resultado no ha sido el esperado: "Me duele haber quedado el 14 -en la final de 5.000- ha sido un tema psicológico más que físico". "Satisfecha, disfruté mucho, lo peleé aunque los resultados no fueron los esperados", dijo la atleta de longitud que en la final no pasó ni a los saltos de mejora. "Tuve dudas, es lo peor que le puede pasar a un atleta", comentó el que entró penúltimo en la final de 800. "Por intentar acelerar antes de tiempo, me comí una valla", comentó el gran favorito para el oro de los 110 vallas que, por lo menos, logró el bronce. "Me desconcentré, la marca no refleja el gran estado de forma que tengo", afirmó el favorito para los 800 que ni siquiera pasó a la final y que parece achacarle su mala actuación al cronómetro de Omega. Nuestra gran esperanza (y a la postre, gran decepción) Bruno Hortelano declaró tras ser cuarto en la final de 200, donde era el favorito: "Estoy contentísimo, me he quedado a las puertas de la medalla" y los pertiguistas españoles que, por supuesto, "se sentían físicamente muy bien" alegaron "problemas de ajustes en la carrera" para justificar que no pasaron siquiera los 5,16 metros (la altura de inicio de la prueba).Qué envidia dan atletas como el noruego Jacob Ingebrigtsen que a sus 17 años ganó el oro en el 1.500 y al día siguiente… ¡lo volvió a ganar en el 5.000! O la reina de la velocidad, la británica Dina Asher-Smith, oro en 100, 200 y 4x100 y, cómo no, el sueco de 18 años Armand Duplantis que en pértiga batió ¡tres veces! el récord del mundo sub-20 y ganó el oro con un salto de 6, 05. Los quejumbrosos españoles debían de seguir el ejemplo de la saltadora de altura rusa María Lasitskene: ganó el oro saltando 2 metros sin inmutarse y sólo mostró fastidio cuando falló los 2,04 de su mejor marca personal.

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