Al sur del sur

Javier Chaparro

jchaparro@grupojoly.com

Adiós a las narcolanchas

De poco servirán las acciones policiales si en paralelo no se desarrollan las tan traídas y llevadas medidas sociales

La imagen de las planeadoras saliendo tranquilamente a aguas del Estrecho desde los embarcaderos ilegales situados en el litoral campogibraltareño tiene los días contados después de que el Consejo de Ministros aprobase el pasado viernes un proyecto de ley por el que, salvo excepciones, se prohibirá la navegación de estas embarcaciones. El Gobierno ha tardado bien poco en atender las demandas que las ONG pusieron sobre la mesa del ministro del Interior el pasado lunes, cuando les recibió durante su visita a La Línea. En esa cita, Fernando Grande-Marlaska prometió medidas normativas como la citada, un incremento de los medios humanos en la lucha contra el crimen organizado y más atención en la investigación de las redes del lavado de dinero, no solo del procedente de narcotráfico, sino de cualquier actividad delictiva, ya sea la trata de mujeres o el tráfico de armas.

El anterior equipo de Interior había incrementado la presencia de las fuerzas y cuerpos de seguridad con notables éxitos que ahora es necesario intensificar. No hay día en que no haya noticias sobre intervenciones policiales, entre las que ha destacado recientemente el desmantelamiento de la mayor red de introducción de droga a través del Puerto de Algeciras. ¿Podemos darnos por satisfechos? Hay motivos para sentirnos orgullosos del trabajo que desarrollan nuestros policías nacionales y locales, guardias civiles y miembros del Servicio de Vigilancia Aduanera, pero siempre habrá retos que superar. Con la futura ley contra las narcolanchas se activará un mecanismo clave que Gibraltar ya puso en marcha en 1995 y que España no aplicaba por razones nunca expuestas por el anterior responsable del Ministerio de Fomento, competente en materia de transportes. Puede que, a partir de la aprobación de la normativa, los narcos matriculen sus embarcaciones en Portugal o Marruecos ante la ausencia de una armonización legislativa con ambos países o que traten de pasar los alijos sobre el Estrecho mediante drones -alguna experiencia hay al respecto- aunque cada obstáculo que encuentren les obligará a cambiar sus estrategias y a invertir su tiempo y dinero en nuevos métodos para introducir la droga en Europa, ya sea a través de las costas gaditanas o de cualquier otro punto.

Ahora bien, de poco servirán las acciones policiales y las leyes si en paralelo no se desarrollan las tan traídas y llevadas medidas de apoyo social, especialmente en los ámbitos educativo y de la formación profesional y universitaria: las primeras, para tratar de romper desde la base la cultura del dinero fácil que se ha apoderado de muchas capas de la sociedad; las segundas, para atender la demanda de empleo que las empresas de la comarca ofertan y encuentran hoy fuera de nuestro ámbito territorial.

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