"Ha sido la novela más difícil que he escrito"
francisco narla. escritor
El autor vuelve al género histórico con 'Ronin' Su nueva novela toma como clave la expedición japonesa a Coria del Río en el siglo XVII
-Después de perseguir la huella de los vikingos en España, ahora nos trae una expedición de samuráis. ¿Cuál es el motivo?
-Hay dos motivos principales. En primer lugar, hace mucho que tengo relación con el mundo japonés como occidental: es decir, siempre me han atraído el arte y la cultura japonesa. Y, por otro lado, hace unos años me acerqué a Coria del Río y me encontré con aquella curiosa estatua de samurái. Empecé a investigar y me di cuenta que no sólo tenía esta asombrosa expedición de samuráis que llega a Sevilla sino, además, en la parte japonesa, una historia muy convulsa, un Japón feudal que llevaba siglos de guerras civiles y acababa de ser unificado, y la guerra de Flandes y la España de Felipe II en la occidental... Vamos, tenía todos los mimbres para contar una historia fantástica y lo he hecho lo mejor que he podido. Como dice Stephen King, los escritores no inventamos las historias: son fósiles que encontramos y desenterramos.
-En Ronin, la Historia es fuente de documentación pero también, de fascinación.
-Es cierto que hay mucha documentación: ha sido la novela más difícil de las que he escrito, han sido muchas horas de trabajo, he tenido que pedir muchos favores, invitar a muchas cenas y a muchos cafés a profesores de Universidad, bibliotecarios... He tenido que hacer un trabajo muy duro pero es obligación del escritor. Creo que un escritor debe ser honesto, debe escribir aquello que le gustaría leer, pero es importante que mientras escribe, se divierta, que le guste aquello sobre lo que escribe.
-¿Enfrentó este proyecto con vértigo tras el éxito de Assur?
-Sentí mucha responsabilidad. Yo siempre digo que los lectores son mis jefes, así que tengo que hacerlo bien para no defraudar a nadie y, además, sorprenderles un poquito. Yo sabía que Assur había gustado pero yo no puedo hacer lo mismo en todas las novelas, así que tenía que dar un paso adelante y contar una historia de forma distinta. Assur es muy lineal, es una narrativa más clásica.
-Y en Ronin, sin embargo, es como si dialogaron dos estilos. La historia de Saigo, su ronin, recrea el clima más reposado de la novela oriental, mientras que los pasajes de Dámaso tienen el ritmo de la novela de aventuras, ¿es intencionado?
-Sí, he intentado que hubiera aires distintos en cada parte de la novela y que fueran lógicos con la historia que se está contando. En la parte de Saigo quería que el lector comprendiera la fascinación por la belleza en la cultura japonesa, el interés en el detalle, el perfeccionismo, el increíble apego al presente porque para el samurái cada momento puede ser el último... Sin embargo en la parte española tenía que haber algo más de picaresca, de viveza, algunas bromas, algo de cinismo, algo de retranca gallega, porque Dámaso es gallego...
-Separa los capítulos de la novela utilizando los magari, los turnos del Go. ¿Es una pista para pensar que Saigo y Dámaso son piezas movidas por otros?
-Efectivamente Dámaso y Saigo son dos peones, dos soldados, Dámaso es un alférez y Saigo es un samurái de cierto rango pero de origen humilde y de pasado oscuro. Ambos se ven involucrados en unas acciones increíbles por el deseo de los poderosos, que trastocan sus vidas. Al final, no dejan de ser peones en un juego de estrategia y me parecía muy interesante porque también se traslada al lector actual: hoy todos nos sentimos un poco vapuleados por los poderosos, me gustaba esa analogía. Pero vamos, que estos detalles no están pensados para todos los lectores, quien no se dé cuenta podrá seguir disfrutando de otras cosas, los combates, las batallas... y le dará igual cómo esté dividida, y a los que se den cuenta, pues espero satisfacerlos.
-En las notas del final, encontramos que una técnica del moldeado de bonsáis, el fukinagashi, encierra una metáfora sobre Saigo pero ¿sobre su carácter o sobre su destino?
-Ambas cosas: tanto el personaje como los árboles azotados por el viento que lo inspiran están unidos en la determinación de llevar a cabo su misión a pesar del destino, que no deja de vapulearlos. Lo cierto es que la idea de la novela surge realmente observando estos árboles, azotados por el viento pero que resisten y se aferran a la vida. Fue una visión muy evocadora.
-Dámaso y Ronin vienen de cultura y orígenes diferentes pero, ¿lo son tanto?
-Efectivamente yo quería presentar a los lectores dos mundos completamente opuestos en el aspecto externo pero que, luego, internamente, acaban siendo parecidos. Los viajes que hay en la novela dan idea de ese viaje interior del lector que llega a descubrir que tampoco son tan distintos, que los dos son hombres de honor, que los dos buscan cosas muy similares y que al final son más parecidos de lo que pudiéramos pensar. Esta novela, entre otras cosas, también pretende funcionar como un acercamiento entre el mundo occidental y el mundo oriental.
-Conmemoramos el 400 aniversario de la llegada de esa expedición japonesa de la que habla en su novela, ¿cuál cree que fue su importancia histórica?
-Me gustaría decir que mucho más de lo que fue en realidad pero lo cierto es que no fue tanto. La hipótesis que yo planteo es la que suscriben muchos historiadores: que la expedición fue una artimañana política de Tokugawa Ieyasu, que acababa de unificar el país, que trató de librarse por un lado de posibles avanzadillas navales que intentaran conquistas el Japón y, por otro, enviaba al quinto pino a unos comerciantes que bien pudieran haber planeado una rebelión contra él, como luego sucedió en la rebelión de Osaka. Todo el episodio sí tiene, sin duda, una parte emotiva y es que una parte de ellos se quedaron aquí y todavía perviven, como vemos en el apellido Japón. De hecho, Suárez Japón me presenta hoy en Sevilla.
-¿Cuál ha sido el gran reto al que se ha enfrentado en esta novela?
-Para mí el gran reto ha sido el acercamiento al mundo japonés. Son tan distintos a nosotros, ven las cosas de una manera tan diferente... Y he intentado, humildemente, que ese mundo apareciera retratado en esta novela con justicia y de manera comprensible.
-¿Qué eleva más su espíritu, sobrevolar las letras o la tierra?
-Pues siendo sincero, las dos cosas, porque soy piloto y escritor por vocación. Lo que te permite escribir es más libertad. Volar de manera profesional es duro, cuando uno tiene que levantarse cinco días seguidos a las cinco de la mañana para sacar el primer vuelo Barcelona-París acaba cansado; volar en el aeroclub sin tomar decisiones que afecten a 200 vidas, es maravilloso.
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