Jordi Milán. Dramaturgo

"La familia es un espacio que genera mucho teatro"

  • El fundador de La Cubana cree en el oficio, pero también en "el ímpetu, la energía". Su nueva obra, en el Lope de Vega de Sevilla hasta el día 23, es una muestra del espíritu joven que aún mantiene la compañía.

Es frecuente que los novios acaben renunciando a las previsiones iniciales y perdiendo el control de los invitados a su boda, pero el enlace entre Violeta, la hija de Hortensia, una de las propietarias de la Floristería Las Catalanas, con el actor de Bollywood Vickram Sodhi, va camino de convertirse en el matrimonio más multitudinario que se recuerde en la historia reciente de la ciudad. Todos los espectadores que acudan hasta el día 23 al Lope de Vega serán testigos de esta historia de amor que da pie, a los integrantes de la compañía La Cubana, a reírse del artificio y la pompa con que se relacionan los seres humanos. Jordi Milán, director y autor del libreto de Campanadas de boda y fundador de la veterana formación, comenta a este diario las singularidades del espectáculo mientras los actores posan, ataviados como novios, en enclaves emblemáticos de la capital andaluza como las setas o la Giralda.

-La implicación de los actores en el proyecto, anunciando la obra por las calles, recuerda a esas troupes de cómicos de otros tiempos, a esa visión del oficio como una gran familia.

-Nosotros concebimos el oficio como algo artesanal. Hay una idea, un concepto para hacer las cosas, pero a la hora de crear todo se pone al criterio de todo el mundo, como se hacía artesanalmente. En La Cubana provenimos de un circuito amateur, éramos como tantas compañías de pueblo que hacen teatro después de cenar, aunque en un momento determinado dejamos de jugar a eso y nos metimos en el ámbito de lo profesional. Una propuesta tuvo éxito y todo cambió, pero la filosofía de La Cubana sigue siendo la misma, en estos 32 años. Todo el equipo, no sólo los actores sino también la gente de prensa o de producción, estamos enlazados y coordinados, todos cuidamos de todo.

-Algo que quizás no sepa mucha gente es que el nombre de La Cubana es un homenaje a esos inmigrantes españoles que se fueron a probar suerte en América...

-Somos de Sitges, que ahora está muy moderno pero antes era un pueblo de pescadores en el que la gente, a finales del siglo XIX, se iba a América a hacer fortuna. A los que volvían de aquel viaje se les llamaba americanos o indianos, pero en Sitges se les llamaba cubanos, porque era Cuba el país al que habían ido. En Sitges había muchas tiendas de ultramarinos que tenían como nombre Aires de Cuba, o Aires de La Habana... Cuando empezábamos pensábamos en varios nombres para la compañía, pero en ese momento pintaron la tienda que poseía la familia de una compañera que fundó el grupo conmigo y descubrieron en la fachada el letrero de La Cubana. Estábamos borrachos, a las tantas de la mañana, y aquel descubrimiento nos pareció perfecto. Ser cubano, en esa definición local, significaba ser aventurero. A la gente le choca mucho el nombre, pero tenía que ver con Sitges, con la aventura... nos definía.

-Llevan más de tres décadas en activo, pero el espíritu del proyecto es increíblemente joven.

-Realmente nos gusta disfrutar de lo que hacemos. La filosofía que se ha intentado seguir, y que yo he intentado contagiar a toda la gente que ha formado parte del proyecto, porque ha pasado mucha gente, actores y técnicos, es que aparte de hacer teatro que es lo que nos gusta también hay que aprender el oficio, enterarte de cómo van las historias. Pero siempre dejándose llevar por el ímpetu, por la energía, por el momento, no pensando mucho, porque si piensas mucho la cagas. Y sin preocuparnos de si es un éxito o no; no nos convence la idea de la fórmula, eso de vamos a hacer esto porque esto es lo que funciona. No, vamos a hacer lo que nos guste, y ya veremos qué tal sale.

-Pero sí tienen unas claves a las que se mantienen fieles: ese interés por implicar al público, por ejemplo.

-Nos inspiramos en él porque nos gusta el teatro cotidiano que hacemos todos en nuestra vida, y que pasa desapercibido como teatro. Y queremos que los espectadores se den cuenta de que son, en realidad, los protagonistas, que nos hemos inspirado en ellos, en la gente de la calle. Por eso en nuestras obras importa más la forma en que se dicen las cosas que lo que está escrito, porque lo que te hace reír son esos comentarios, la chispa de tu madre, tu suegra, el vecino... Ese tipo de teatro que oyes en el autobús, o en el mercado...

-En su paso por Sevilla han metido tantas referencias a la ciudad que algún crítico llegó a preguntarse si ocurría lo mismo en el estreno barcelonés.

-Es universal lo que explicamos: puede pasar en Andalucía, Barcelona, Francia, Inglaterra o en la India. Pero, en este caso, nos gusta acercar la obra a la idiosincrasia del sitio donde se representa, y adaptamos el guión a cada ciudad que vamos y cambiamos el acento. En Zaragoza usábamos un acento maño y aquí andaluz.

-Han encontrado en las bodas el ámbito perfecto para hablar del teatro que le echamos a la vida.

-En general, la familia es un espacio que genera mucho teatro: una cena de Nochebuena es un espectáculo. Puede ser algo entrañable, pero cada uno interpreta el mismo papel cada año. Y una boda es el exponente máximo de eso. Una boda es como una obra de teatro. Los novios son los protagonistas, y los invitados pueden ser comparsas o figurantes, pero todo el mundo va a la boda sabiendo qué tiene que hacer cada uno. Queremos ser originales, pero acabamos ciñéndonos a un guión.

-Y esa parafernalia no se ha frenado con las bodas civiles.

-No, no. Cuando la boda era religiosa, entre que era para toda la vida y la pompa que suelen tener las iglesias, tenía un sentido esa parafernalia. Pero ahora en las bodas civiles utilizamos los mismos recursos en unos lugares que no pegan: los trajes, el arroz, los pétalos, las tracas, el sable para cortar el pastel... Hacemos toda esa ceremonia, hasta nos vestimos de manera distinta, y si no se hace parece que no es una boda.

-Han conocido éxitos impresionantes como Cómeme el Coco, Negro o Cegada de amor. Pero habrán tenido también decepciones en todo estos años...

-Va a parecer un poco pedante, pero siempre hemos tenido mucha suerte. Hemos trabajado mucho pero es cierto que la suerte nos ha acompañado. Nos ha gustado más o menos todo lo que hemos hecho, incluso nuestra experiencia en televisión, que ahora es un lugar como muy vetado, en el que tienes que proponer cosas que ya se hayan hecho: si vas con un proyecto nuevo, te miran con cara de extrañeza y te preguntan que a qué se parece. En el teatro nos ha gustado todo, lo importante es que hemos podido ir a nuestro aire.

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