Los daños denunciados en la cueva Paloma de Tarifa en la última edición de este diario no han pasado inadvertidos y mucho menos deben quedar impunes. Así piensan los colectivos culturales y sociales que han vuelto a unirse, aunque nunca han estado separados, para mostrar su máxima repulsa e indignación por los actos vandálicos cometidos en las paredes de este abrigo rupestre, que fue documentado en 1029 y a la vez se reconoce como el primer registro de signos de arte paleolítico al aire libre de la península.

El Instituto de Estudios Campogibraltareños (IECG), en nombre de presidente de la sección II de Arqueología, Etnología y Patrimonio, Carlos de Avellaneda, no tardó en dar muestra visible de su preocupación. Esta institución junto a La Trocha, la Asociación Gaditana de Estudio para la Defensa del Patrimonio Arqueológico (Agedpa) y Academus han unido fuerzas para reivindicar la seguridad y conservación a las administraciones competentes.

Avellaneda expresó que, tras darse a conocer estos daños por un grupo de ciudadanos, se emitirá la denuncia pertinente al Seprona e insistirán en la protección ya que subrayó que el desembolso no es tan grande, "no se trata de proteger 260 abrigos, sino unos 10 ó 15". Expresó que las formas de protección pueden ser de diversas formas y recordó que la mayoría de las cuevas se protegen solas por su inaccesibilidad.

En este sentido instó a que se trabaje por la conservación por parte de la Dirección del Parque Natural de Los Alcornocales, los propietarios de la fincas, los Cuerpos de Seguridad así como las administraciones, a todos los niveles. Además, anunció que preparan un manifiesto.

Por su parte, La Trocha dejó constancia de su "indignación ante el atentado que ha sufrido" uno de los más importantes Bienes de Interés Cultural (BIC), denunció a la Junta y en particular a la delegación territorial de Cultura de Cádiz "la dejadez y falta de protección notificada reiteradamente por esta asociación de nuestro patrimonio del arte rupestre en nuestra comarca".