En mi juventud la lectura de distopías era de las más deseadas. Todos los veranos buscaba una nueva para llenar mis vacaciones. En realidad, buscaba utopías, y con su lectura disfrutar de un mundo futuro donde muchos de los deseos, de los sueños de la humanidad se hacían realidad y sobre todo un mundo en el que reinara la paz y la felicidad.

Las novelas de Julio Verne anunciaban muchos inventos que disfrutamos en la actualidad: Internet estaba presente en su primer libro París en el siglo XX; en sus novelas De la Tierra a la Luna y Alrededor de la Luna plantea los viajes espaciales; y Veinte mil leguas de viaje submarino se adelantó a Isaac Peral. Lo mismo ocurre con Isaac Asimov o Ray Bradbury.

Tres distopías clásicas que no deben perderse los jóvenes lectores son: 1984, de George Orwell; Un mundo feliz, de Aldous Huxley; y Fahrenheit 451, de Ray Bradbury. Lo bueno perdura en el tiempo. No son libros escritos para chavales que solo buscan la aventura. Su lectura es como un entrenador personal de un gimnasio mental en el que te tienes que esforzar, sudar la camiseta, pero seguro que aprenderás y disfrutarás.

Distopía nueva, con un marcado argumento juvenil y de aventuras es la Trilogía de Los juegos del Hambre de Suzanne Collins. Su protagonista, Katniss, es una joven inteligente, fuerte, luchadora, solidaria con su comunidad, con su familia y sobre todo con su hermana, una heroína en potencia. El mundo que presenta esta historia está deshumanizado, el dominio tecnológico no va parejo con la civilización. La expresión de que la vida es competencia tiene en ella la mayor prueba. Suzanne Collins, muy joven cuando escribió estos libros, sabe mantener la intriga del argumento, acaba los capítulos de forma magistral creando la necesidad de querer seguir con su lectura. Con parecidas características tenemos El corredor del laberinto de James Dashner. En estas dos series la aventura se cruza con el primer amor. Tenéis que leerlas y si habéis visto las películas mejor, para que comparéis.

El libro que presento hoy Un chico y su perro en el fin del mundo no podemos encuadrarlo como novela juvenil de aventura en un ambiente futurista. Fletcher nos presenta una narración clásica, en primera persona, donde los pensamientos son tan importantes como los hechos. Gris, un niño del que no se sabe la edad , al inicio de la historia parece que aún no tiene diez años, persigue al ladrón que le ha robado su perra. En su búsqueda nos va descubriendo la ruina de la civilización, la grandeza del mundo, la naturaleza que se va adueñando nuevamente de lo arrebatado por los hombres. Aunque su protagonista es un preadolescente, tampoco podemos encuadrarla entre las nuevas novelas distópicas con mucha acción. En esta historia predomina la supervivencia más que la creación de una nueva sociedad.

Gris tiene una vida tranquila junto a su familia en una isla cerca del antiguo Reino Unido. Sus mejores amigos son Jess y Jip, una pareja de perros. Viven aislado del apocalipsis que se inició ya hace tiempo. No sabemos cuáles son sus causas, pero si sus consecuencias: los seres humanos han dejado de reproducirse. Si no nacen niños la población disminuye, envejece, muere y desaparece. Junto a ellos también va desapareciendo la sociedad del bienestar, los avances tecnológicos, médicos e incluso la producción industrial o agrícola.

'Un chico y su perro en el fin del mundo'.

No es un mundo devastado por una gran catástrofe natural o bélica. La vegetación avanza, los mares se van limpiando y se adueñan de las costas que le fueron arrebatadas. Las casas ya no son habitadas por personas, sino que la flora las va colonizando. El mundo animal no tiene problemas, pero los perros sí. El haber sido el mejor amigo parece que los ha contagiado, cada vez nacen menos perros y casi ninguna perra.

Fletcher nos introduce con sus descripciones en un mundo que va muriendo y a la vez resurgiendo. Del páramo estéril de la isla donde vive Gris, pasamos por ruinosas poblaciones, macabro parque de atracciones, o exuberantes bosques nacientes. La comodidad es un término que no existe. Lo mismo ocurre con los escasos personajes que nos acompañan en esta aventura. Mi favorita es la mujer francesa a la que llama John Dark (Jean D’Arc - Juana de Arco).

Fletcher nos presenta un mundo en el que los grandes inventos son secundarios, las construcciones no perduran, caen por su propio peso. Su crítica, pausada, incluso silenciosa, llega a toda la estructura social, la economía, la política, la justicia, las fronteras entre los países, y sobre todo la religión. Son unas cuatrocientas páginas, pero las últimas treinta, podían haber dado para otro par de tomos. Mejor así, bueno y breve. También tiene el gran acierto de no introducir bandas de jóvenes salvajes ya tan manidos en novelas juveniles y series televisivas.

Un Chico y su perro en el fin del mundo es una buena novela que ha pasado desapercibida entre tantas novedades. Ahora, en vacaciones, donde te has propuesto leer más, no la dejes escapar.

Los pequeños lectores recomiendan: Aitor Del Río Berenguer, alumno de 1º ESO, es quien nos ha recomendado este libro: “El libro me ha enseñado que debo tener cuidado con el primer impulso. Gris corre en busca de su perra y podía haber muerto. Las cosas se tienen que pensar, actuar sí, pero también pensar. Es un libro de aventura en un mundo sin gente. Gris dice que ha conocido a menos personas que dedos tiene. Gris dice que no te fíes de quien cuente buenas historias y a mí me gustan los autores porque ellos cuentan buenas historias. Él lo dice porque si son buenas historias es porque son inventadas y son mentiras. Me gusta mucho el capítulo cuando llega a la biblioteca. Los libros se han convertido en una gran fuente de información, incluso uno de ellos le salva la vida a Gris. Pero si quieres saberlo tendrás que leerte el libro.”

Charlie. A. Fletcher, guionista y escritor británico. Estudió Literatura Inglesa en St. Andrews en Escocia y Guion en Los Ángeles. Su primera publicación fue Stoneheart, libro infantil que aún no ha sido publicado en castellano.