Cultura

A 40 años del adiós

1970 fue un año convulso para la música. Y esencial para el rock, porque fue el año en que The Beatles, la formación británica que había revolucionado por completo el panorama musical juvenil, mucho más allá de lo que en la década anterior pudiera haberlo hecho Elvis Presley, anunciaba su separación definitiva el día 10 de abril. Un mes después, el 8 de mayo, veía la luz el último disco oficial del grupo, Let it be. De aquel adiós se cumplen estos días 40 años.

Los Beatles terminaban su década prodigiosa de la peor manera posible. Quienes habían sido inseparables compañeros de aventuras musicales y los principales instigadores de la revolución pop de los años 60 andaban ahora tirándose los trastos a la cabeza y despreciándose mutuamente. La aparición de los egos personales y, sobre todo, las influencias emocionales de dos mujeres enfrentadas, Linda Eastman y Yoko Ono, compañeras sentimentales de Paul McCartney y John Lennon, respectivamente, habían llevado el grupo al traste. Las tensiones que habían comenzado a percibirse como pequeños temblores durante las sesiones de grabación de The white album, en 1968, terminaron por ser un verdadero terremoto hacia finales de 1969.

The Beatles, que descubrieron nuevos caminos musicales a raíz de la publicación, en el año 1967, de Sergeant Pepper's lonely hearts club band, habían decidido dejar de tocar en directo y de realizar giras para concentrarse en su trabajo en estudio, que requería grandes orquestaciones, efectos de sonido y multitud de músicos de sesión, lo que hacía imposible que esas obras pudieran sonar en vivo con la misma calidad del estudio. El alejamiento de los escenarios y del público, si bien propició unos discos tremendamente buenos y originales, había terminado por enclaustrar al grupo y alejarlo de la calle.

Consciente de ello y tratando de evitar el fin a toda costa de The Beatles como grupo, el bajista Paul McCartney, en uno de los escasos días de sosiego que hubo en la banda, sugirió grabar un disco sin alardes orquestales con vista a ser tocado en directo y a devolver al grupo a las giras, algo que no hacían desde 1966. Los demás miembros estuvieron de acuerdo. El disco se llamaría Get back (Vuelve) y estaría acompañado de un documental en el que se narraría todo el proceso de ensayos y de composición de canciones que realizaba la banda. El documental sería filmado por Michael Lindsay-Hogg.

El 2 de enero de 1969 comenzaron las primeras sesiones tanto de grabación musical como de filmación documental en los estudios cinematográficos Twickenham de Londres. El comienzo era prometedor, pero el ambiente en el que se vieron inmersos Paul McCartney, John Lennon, George Harrison y Ringo Starr se vio pronto muy enrarecido: el grupo no estaba acostumbrado a trabajar en un estudio cinematográfico. Su medio eran los estudios de grabación, en donde podían pasarse las noches enteras grabando y bebiendo alcohol, y no una nave fría en la que estaba rodeados de técnicos de luces, cámaras y especialistas obligándoles a repetir tomas una y otra vez.

A ello se unía el hecho de que John Lennon apenas sentía ningún interés por el futuro de la banda y sí mucho por el de sus proyectos musicales con su novia japonesa. George Harrison, por su parte, tenía muy claro que iba a emprender una carrera en solitario. Hasta tal punto la cosa se puso tensa que Harrison anunció al resto del grupo, el 10 de enero, apenas una semana después de comenzado el rodaje, que dejaba a The Beatles. Finalmente, Paul McCartney logró convencerlo para que siguiera en el grupo, pero el principio del fin ya estaba cerca.

Fue, paradójicamente, el propio Harrison el que reactivó el proyecto de Get back cuando un día propuso que entrase como músico de acompañamiento en el grupo el teclista Billy Preston. La presencia de Preston en los ensayos relajó muchísimo el ambiente y devolvió el entusiasmo de los miembros de la banda por tocar juntos. A ello se unió la propuesta de The Beatles de dejar de rodar en los estudios Twickenham y hacerlo en su lugar en los estudios de grabación del sello discográfico de la banda, Apple.

El siguiente objetivo que se marcaron The Beatles fue preparar un gran concierto en directo con los nuevos temas que estaban componiendo. Surgieron toda clase de ideas alocadas, desde la de tocar en un hospital para niños enfermos hasta irse a las pirámides de Egipto. Finalmente, alguien propuso que, en lugar de complicar tanto el proceso, había una magnífica azotea en el mismo edificio de Apple que podría ser utilizada como escenario sorpresa. Dicho y hecho, el 30 de enero de 1969, los técnicos de The Beatles subieron los instrumentos y los amplificadores a la azotea y, a la hora del almuerzo, la banda, combatiendo el frío que hacía, comenzó a tocar.

La sorpresa fue mayúscula para los transeúntes y, poco a poco, la zona fue llenándose de fans incrédulos de la banda, sorprendidos de escucharlos tocar juntos de nuevo y volviendo a sus orígenes más rockeros. Finalmente, ante las quejas de algunos comercios cercanos por el ruido que salía despedido de aquella azotea, la policía tuvo que intervenir y detener el concierto. Pero lo filmado quedaba como un documento único en la historia del rock: sería la última vez que se veía juntos a los miembros del célebre cuarteto de Liverpool.

Al día siguiente, el grupo grabó de una tacada en el estudio el resto de los temas que conformarían el disco conocido como Let it be. Las grabaciones quedaban listas para ser mezcladas y editadas.

Sin embargo, la experiencia había supuesto tal catarsis en la banda que John Lennon propuso grabar un disco en estudio mientras pensaban qué hacían con ese material. The Beatles se pusieron semanas después a trabajar en lo que sería técnicamente su último disco, pero que saldría publicado antes que Let it be: Abbey Road, tal vez su mejor obra.

Entretanto, Lennon se dedicó a mirar todas las cintas de las sesiones de Let it be y pensó que, para esta ocasión, sería mejor contar con una producción diferente a la que habitualmente hacía George Martin. Se puso en contacto con el productor norteamericano Phil Spector, que accedió a hacerse cargo de las cintas.

Sobre material entregado por Lennon, Spector aplicó su vieja máxima de "muros de sonido" con una orquesta sinfónica respaldando algunos temas y muchos efectos. El resultado no gustó en absoluto a Paul McCartney, que lo que quería era, precisamente, evitar todo eso y mostrar el sonido más crudo de The Beatles. Las discusiones hicieron que el proyecto de Let it be se retrasara y que diera tiempo a sacar a la calle Abbey Road.

Finalmente, a regañadientes, McCartney aceptaría la publicación de Let it be con la producción de Phil Spector. Pero el clima estaba tan deteriorado ya en el grupo que trabajaba a escondidas en su primer disco en solitario: McCartney.

Por esas fechas, a comienzos de 1970, ninguno de los integrantes estaba ya interesado en el proyecto de The Beatles y sí muy concentrados todos ellos en sus proyectos individuales. McCartney anunció, el 10 de abril, el final del grupo. Un mes después, salía el disco. Era el fin de toda una era.

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