El año del diluvio

La desaparición en la primavera de Diverdi y Harmonia Mundi Ibèrica hacía temer lo peor para la distribución de la clásica en España, pero el sector resurgió a finales de año

El conjunto francés Gli Incogniti hizo en 2013 con su Corelli uno de los grandes discos del año.
El conjunto francés Gli Incogniti hizo en 2013 con su Corelli uno de los grandes discos del año.
Pablo J. Vayón

29 de diciembre 2013 - 05:00

Cuando a finales de la primavera pasada y con apenas diez días de diferencia, la filial española de Harmonia Mundi y Diverdi comunicaban el cese de su actividad, la sensación de hecatombe recorrió el ánimo de todos los profesionales y aficionados a la música clásica en España. El cierre de las dos empresas que sostenían el grueso de la distribución discográfica en el país suponía el fin definitivo de una edad dorada. Los cambios en los hábitos de consumo, con la extinción casi absoluta del sector minorista y el auge de las plataformas on line y la venta por internet, hacían insostenible un modelo de negocio que, en el ámbito clásico, llevaba mermando desde hacía más de una década.

De las antiguas grandes multinacionales, sólo Universal mantenía una infraestructura mínima de producción y distribución en España, y a su lado quedaban algunas otras compañías de cierto relieve, como Ferysa (muy centrada en el sello Naxos y algunas marcas audiovisuales), Gaudisc, que veía de pronto la posibilidad de incorporar nuevos sellos a su catálogo, o Cat Music, distribuidora exclusiva de los productos supereconómicos de Brilliant. La desaparición de Diverdi suponía la pérdida no sólo de un agente de referencia de la música española en las dos últimas décadas, sino la de una labor esencial de formación e información, la que hacía su boletín, convertido en los últimos años en auténtica revista especializada que superaba con mucho la mera necesidad de mantener líneas de comunicación con los clientes. La desorientación alcanzó de repente a muchos aficionados, pero también a músicos y conjuntos, algunos de los cuales habían optado ya por la autoproducción de sus propios trabajos discográficos y ahora se encontraban sin mecanismos de distribución cercanos.

Pero, como en toda enfermedad, en el mundo de la cultura parece existir también la tendencia de la regresión a la media, es decir, llegado a un determinado punto, el enfermo mejora de forma espontánea. Y eso ha pasado con el disco clásico en España. Vencido el verano, Juan Lucas, fundador que había sido de Diverdi, se asoció con Carlos Céster, responsable de Glossa en nuestro país, para crear una plataforma triple: distribuidora (Sémele), que se hace con buena parte de los sellos que tenía Diverdi; web (El arte de la fuga), que hace las veces de su antiguo boletín; y tienda física en el centro de Madrid (La Quinta de Mahler). Casi al mismo tiempo, Jordi Puértolas, antiguo responsable de Harmonia Mundi Ibèrica, decidía crear Connex Música, que asume la distribución de muchos de los sellos de su antigua empresa, incluida la propia Harmonia Mundi, que también llegó a un acuerdo con Gaudisc para otro circuito de distribución.

Nada volverá a ser como antes. Las empresas recién creadas no tienen la fuerza ni la pujanza de las antiguas, pero el diluvio amainó y acabó convertido en chaparrón, que al menos permitirá a los aficionados españoles mantener canales de información cercanos y algunos puntos de acceso al contacto físico con los productos fonográficos, eso que tanta satisfacción causó a tantos durante algunos años gloriosos, los que mediaron entre la comercialización del CD y el comienzo de la era de internet. Eso sí, si alguien le habla de la crisis de la música (clásica o no), no se lo crea. No hay tal cosa. Jamás se ha escuchado más música (clásica o no) que ahora. Tampoco puede hablarse de crisis del disco, pues aunque haya cambiado su formato, su forma de comercialización e incluso su principal utilidad para los intérpretes (de negocio a un gasto más de promoción), la producción de música grabada no sólo no se detiene, sino que sigue creciendo de forma incontenible.

En este sentido, los solistas y conjuntos españoles son una buena vara de medir. Sin pretender ser exhaustivos, 2013 ha conocido la llegada de Fahmi Alqhai y su Accademia del Piacere, de Josetxu Obregón y La Ritirata y de Enrike Solinís al catálogo de Glossa, la OBS ha presentado dos nuevos discos (De la Puente y Brunetti) en su propia marca, Música Prima presentó su primer CD en Lindoro, La Tempestad publicó su Mozart infrecuente en Arsis, donde Alberto Martínez Molina e Hippocampus ofrecieron dos nuevos trabajos bachianos en formato pendrive y donde también se han publicado grabaciones (en el mismo formato) del Dúo Orpheo o el Coro Nova Lux. Musica Ficta, a través de Enchiriadis, la Capella de Ministrers o La Galanía han seguido también publicando discos con regularidad en sus propios sellos, Cantus ha vuelto con fuerza a la actividad, Vanitas ha producido alguna de las mejores grabaciones del año en nuestro país (Ingenium del grupo Divina Mysteria) y, por salir ya del ámbito de la música antigua, Verso ha seguido promocionando, entre otras cosas, la obra de los compositores actuales, los barceloneses de Columna Música no han dejado de atender repertorios muy diversos, la pianista donostiarra Judith Jáuregui ha creado su propia marca, la filial española de Deutsche Gramophon ha dado salida a grabaciones diversas, entre ellas las últimas de la Orquesta Nacional, y el Trío Arbós ha grabado para Iberia, una empresa granadina que se ha metido ya de lleno en el terreno de la producción. Otros muchos artistas españoles han encontrado acomodo en marcas extranjeras, de Miguel Rincón (Carpe Diem), Al Ayre Español (Challenge), Yago Mahúgo (Brilliant), Los Músicos de Su Alteza (Alpha), Cuarteto Quiroga (Cobra), Cuarteto Bretón (Naxos) o Xabier Sábata (Aparte) a los ya consagrados Forma Antiqva (Winter & Winter), Javier Perianes, Cuarteto Casals o el director Pablo Heras-Casado (Harmonia Mundi).

Es imposible controlar la inmensa variedad de grabaciones producidas en 2013 en el mundo, así que desconfíe de quien quiera venderle la lista de lo mejor. Entiéndase la selección adjunta como una guía posible, en forma de podios, para andar el camino de la música occidental desde la Edad Media hasta hoy a través de grabaciones que a mí me parecen dignas de conocerse.

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