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El amanecer de un poeta

El número uno de la revista 'Nefelibata', surgida en 1983 en Granada, contiene un enorme tesoro, el que probablemente sea el primer poema publicado por el recordado escritor y periodista José Luis Tobalina

Sobre estas líneas se reproducen la portada del número uno de la revista Nefelibata y el sumario de la publicación. En él se puede observar la estructura del volumen y los autores que escribieron en él. Además de José Luis Tobalina, en la página 49, más de una veintena. También queda constancia del Consejo de Redacción inicial.
Guillermo Ortega / Granada

24 de enero 2010 - 05:00

José Luis Tobalina escribió muchos poemas, pero, probablemente por esa misma timidez que le hacía tan difícil hablar en público, fue siempre muy reacio a que se editaran. Nos tuvimos que conformar con la prosa, muy a menudo teñida de poesía, que publicó en su columna semanal de Europa Sur y a otros muchos brillantes artículos de opinión que vieron la luz en este mismo periódico.

Pese a ello, algunos de sus versos sí que traspasaron la barrera de su timidez. Y muy probablemente los primeros son éstos que ahora, tras no pocos esfuerzos, se han podido rescatar. Datan nada menos que de 1983, cuando el llorado periodista -fallecido en noviembre de 2008- apenas había rebasado la barrera de la veintena, y fueron publicados en una revista literaria de vida efímera, como tantas de aquella época, pero que sirvió como campo de pruebas para varios autores ahora consagrados.

La revista en cuestión responde al nombre de Nefelibata, palabra que, aunque no lo parezca, tiene su acepción en el diccionario de la RAE: "Dicho de una persona: soñadora, que anda por las nubes".

La idea de crear esa revista surgió en el Colegio Mayor San Jerónimo, en Granada, donde Tobalina cursaba por entonces estudios de Derecho. Se definía como "revista de poesía y narrativa" y su primer Consejo de Redacción estaba formado por Alfredo Taján, Diego Pablo Caballero, J.F. Mengual Befán y José Luis Tobalina.

La introducción, o la declaración de intenciones de Nefelibata, es cautivadora. "En la mansión de los vientos, allá donde antaño habitaban los dioses, hoy perdidos para siempre, errantes en las nieblas del tiempo, existe un país del que nadie podrá hablaros, y del que sólo tendréis noticia si en una noche de julio, calurosa y de plenilunio, invocáis a los ángeles y a los diablos de vuestra imaginación y, ofreciéndoles una pluma blanca en sacrificio, dejáis que os pinten de azul, y así, confundidos con el cielo, podréis conocer al habitante de las nubes".

"Nebelifata -continúa-, este extraño individuo solitario, se compone de historias difíciles, sueños irreales y cuentos mágicos. Atraviesa los muros de hormigón de las ciudades muertas, hasta llegar a aquellos papeles olvidados incluso por quien los escribió. Desconoce, voluntariamente, las reglas y los principios, cualquier limitación de su alma compañera del viento. Desdeña las imposiciones, ama al individuo, a su canto. Pasa de largo cuando se le habla de escuelas y de ismos".

"Él, Nefelibata, siempre será una obra inacabada, por muy plena que esté su boca, siempre abandonará miles de palabras sin ser expresadas. Sería falso afirmar que en este primer número lo ha dicho, lo habéis dicho todo. Hoy es sólo una posibilidad que tiene puesta su esperanza en vosotros; porque Nefelibata, en algún instante, en algún momento mágico, somos todos".

En ese primer número, de poco más de 50 páginas, se incluye como encarte un poema de Jorge Guillén y colaboraciones de, entre otros, Luis García Montero, el también fallecido Javier Egea, Antonio Jiménez Millán, Juan de Loxa, María Dolores Acosta, Eduardo Castro o los mencionados Taján y Mengual. También hay dibujos de un ilustre campogibraltareño, el tarifeño Guillermo Pérez Villalta.

En la página 49 aparece el poema de Tobalina, que se llama simplemente así, Poema. Lo dedica a Pilar L. y dice así: "Esta es la noticia: / Tu oscura piel se alejó de mi contacto. / (Miradas tenaces, / furtivos, anhelados besos, / -noche cómplice y confidente- / intentos de serte, siempre, único. / Cuerpo oculto, misterioso...) / Mi respuesta es: / El aire que respiro vacío se quedó sin tu aliento. / (Madrugadas solitarias. / Mares y olas y espuma y distancia, / -constante y fatal simbología- / llanto en las sombras entre llantos / ocultos. Recuerdos...).

El segundo número de Nefelibata apareció en 1984 y allí ya no está la firma de José Luis Tobalina, que tampoco aparece en el Consejo de Redacción. Sí hay colaboraciones de Rafael Alberti, Benjamín Prado o Luis Antonio de Villena.

El problema es saber si la revista duró más tiempo o si el campogibraltareño volvió a colaborar en ella. No hay ni rastro de la publicación ni en la biblioteca de la Facultad de Derecho ni en la de Andalucía, ambas en Granada. El Colegio Mayor San Jerónimo ya no existe y la hermeroteca de la Facultad de Filosofía y Letras de la capital de la Alhambra sólo conserva los dos primeros números.

El granadino Luis García Montero, que mantuvo la amistad con Tobalina hasta el final -le envió, dedicado, un ejemplar de uno de sus últimos poemarios, Vista cansada, cuando el periodista ya estaba gravemente enfermo- dice que no lo recuerda muy bien. "Debo tener algún número en casa, guardado en algún altillo, pero hace ya mucho tiempo de eso", comentó. Sí se acordaba, en cambio, de que Tobalina estuvo en el primer Consejo de Redacción. En el del segundo número estuvo el propio García Montero.

Visto todo en su conjunto, sabe a poco. Son pocas líneas, es cierto, pero también muy significativas. Tobalina empezó a demostrar en Nefelibata que tenía auténtica pasión por las palabras y se codeó con gente que después fue grande en el oficio. Su otra pasión, el periodismo, le salió al paso pocos años más tarde, pero nunca abandonó la pluma. En muchos rincones deben habitar otros muchos versos de José Luis. Aunque rescatarlos no será tarea fácil.

POEMA

A Pilar L.

Esta es la noticia:

Tu oscura piel se alejó de mi contacto.

(Miradas tenaces,

furtivos, anhelados besos,

-noche cómplice y confidente-

intentos de serte, siempre, único.

Cuerpo oculto, misterioso...)

Mi respuesta es:

El aire que respiro vacío se quedó sin tu aliento.

(Madrugadas solitarias.

Mares y olas y espuma y distancia,

-constante y fatal simbología-

llanto en las sombras entre llantos

ocultos. Recuerdos...)

J. L. TOBALINA CUERDA

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