thomé araujo. bailarín y coreógrafo

"La administración pública te hace sentir más panadero que artista"

  • El fundador de Málaga Danza Teatro recupera a la histórica compañía 13 años después con un nuevo montaje que incluye dos coreografías y que podrá verse a partir del día 10 en la Sala Gades

Resulta imposible hablar de la historia reciente de la danza en Málaga sin reparar en la figura y la obra de Thomé Araujo, un hombre querido y respetado como pocos en la escena local (y bastante más allá) por su carácter afable y por su abrumador magisterio. Araujo vivió como músico en su Pernambuco natal la gran revolución cultural que sacudió a Brasil en los 70, pero por su querencia a no parar de moverse en los escenarios terminó de convencerse de que lo suyo era hacer música no con instrumentos, sino con el movimiento. Decidió cruzar el charco con la intención de hacerse bailarín y coreógrafo desde abajo, y para ello se instaló en 1984 en una ciudad con una tradición respecto a la danza prácticamente nula llamada Málaga. Aquí unió fuerzas con Josep Mitjans y puso en marcha Málaga Danza Teatro, una compañía que abrió por primera vez las puertas a una afición a la danza donde hasta entonces apenas se programaban espectáculos coreográficos. Con no pocas dificultades, el invento funcionó: el público respondió, la danza dejó de ser una cuestión extraña y Málaga Danza Teatro llegó a tener repercusión nacional gracias a los premios cosechados en el Certamen Coreográfico de Madrid. El magisterio de Thomé Araujo tuvo continuidad en herederos directos como Fernando Hurtado y en las compañías que después se asentaron en la provincia con ambición profesional. Málaga Danza Teatro celebró su última función en el lejano 2002, y desde entonces Araujo se ha dedicado principalmente a la enseñanza, aunque no ha dejado de realizar coreografías. Pero tan largo paréntesis ha llegado a su fin: desde el próximo 10 de enero hasta el 1 de febrero, Málaga Danza Teatro vuelve como tal y por derecho con un espectáculo que integra dos coreografías, Kalango y Te conozco, que podrán verse cada fin de semana en la Sala Gades.

Eso sí, Araujo se resiste a promocionar el espectáculo como el regreso de Málaga Danza Teatro: "Ésas son parafernalias de mercado que no me gustan mucho. Aquí no vuelve nadie por nunca se fue nadie, yo siempre he estado aquí, todo este tiempo, trabajando, enseñando. Lo que ha sucedido es que se han dado las circunstancias para que parte del equipo volviésemos a reunirnos y pudiésemos trabajar con bailarines jóvenes. Pero no hay ninguna intención por nuestra parte de anunciar a bombo y a platillo que estamos aquí otra vez". El nuevo envite de Málaga Danza Teatro recupera, de cualquier forma, a un viejo aliado de la compañía, el compositor Antonio Meliveo, que pone música a las dos piezas diseñadas y dirigidas por Araujo e interpretadas a su vez por jóvenes bailarines: Kalango es un solo a cargo de Rebeca Carrera (creadora junto a Alberto Cortés del espectáculo Exit, estrenado en la pasada edición del Festival de Teatro de Málaga) que tuvo ya una primera puesta de largo en el Teatro Echegaray, y Te conozco reúne en escena a la misma Rebeca Carrera y a Arturo Lencina con categoría de estreno absoluto. Kalango, en cuya concepción ha participado directamente Carrera, propone una reflexión sobre la posición del individuo en la sociedad, con sus aspiraciones y frustraciones; por su parte, Te conozco ahonda en las posibilidades del cuerpo y el gesto como instrumentos para la narración de historias con más precisión y hondura que las palabras. "Cada pieza dura media hora, más o menos, y el conjunto representa bastante bien lo que es Málaga Danza Teatro", apunta Araujo al respecto. Preguntado por su trabajo junto a los jóvenes bailarines, y en qué medida ha aprendido él de la experiencia más allá de lo que (seguro) ha aprendido el elenco puesto a sus órdenes, el coreógrafo acude a lo que tiene más cerca durante la entrevista para establecer una comparación: "Yo creo que los mejores periodistas son los que no dejan de aprender. Los que no se estancan, los que no lo dan todo por sabido y quieren conocer siempre más para hacer mejor su oficio. Pues con los bailarines sucede exactamente igual. Por supuesto que he aprendido mucho trabajando con Rebeca y Arturo, pero es que yo quiero aprender siempre. Si te limitas a hacer esto como un trabajo, con tu horario, a llevarte el dinero después de cada función y a desconectar luego, estás perdiendo algo muy importante. La intuición debe ser constante, y siempre se puede aprender más".

La ocasión la pintan calva para preguntar a Thomé Araujo por las expectativas suscitadas a finales de los 80 respecto a la consolidación de una programación estable de danza en Málaga y una afición consecuente, y si de alguna manera lo que ha sucedido después le ha movido más a la satisfacción que a la frustración. Y Araujo responde, no sin antes advertir de que "es bastante difícil, porque en todo este tiempo ha habido muchas circunstancias sociales y políticas que habría que analizar en profundidad para comprender bien qué ha pasado. De entrada, en Málaga Danza Teatro teníamos pocos recursos, pero yo siempre digo que perro no casa con gato: teníamos lo que teníamos, y con eso empezamos a trabajar. Tuvimos la suerte de ser una de las primeras compañías andaluzas que adquirió cierta notoriedad. Esto se debió al trabajo que hicimos, pero también a que éramos muy pocos haciendo danza. Ahora hay más cosas, no mucho, pero algo de trabajo sí que puede encontrarse. Así que en este sentido el panorama ha mejorado, sin duda". Lo que sí se ha hecho más difícil, apunta Araujo, es el trabajo con las administraciones públicas: "Al principio significaron un apoyo muy importante, desde luego. Pero después, poco a poco, comenzaron a plantear exigencias que nos costaba mucho atender. Es tanto lo que reclaman y con tanta prisa que te hacen sentir más panadero que artista. Por eso, en un momento dado decidí dar el salto y dejar de trabajar con las instituciones. En nuestro nuevo proyecto no hemos contado con ninguna intervención ni ayuda de ningún gobierno. Hemos trabajado desde la más absoluta independencia, y muy contentos".

Como coreógrafo, Araujo apunta que sus motivos de inspiración han cambiado: "No dejo de crecer como persona, es inevitable. Pero tengo ahí dentro una poesía esencial, algo personal, que es como ha sido siempre". Afortunadamente.

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