Profesión de vitalismo
Ugo Cornia. Trad. Francisco de Julio Carrobles. Periférica. Cáceres, 2012. 172 páginas. 16,50 euros
Publicada por la misma editorial, Periférica, que lo dio a conocer en España, Casi amor (2001) fue la segunda novela de Ugo Cornia (Módena, 1965) y es también la segunda del autor que podemos leer en castellano, en ambos casos gracias a la traducción de Francisco de Julio Carrobles. Ya en la anterior, Sobre la felicidad a ultranza (1999), se servía Cornia de su propio nombre y de la primera persona para contar, en el tono confidencial que usaría un buen amigo, su historia familiar y sus experiencias y reflexiones sobre el sexo, la muerte o la felicidad del título, de un modo sereno, bienhumorado y deliberadamente ingenuo que seducía por la levedad con que trataba materias tan graves. Casi amor comparte el tono y el género -la autoficción más que la autobiografía, aunque nunca se sabe hasta dónde llegan lo real y lo inventado-, pero se centra esta vez en el recuento de las aventuras amorosas o amatorias del narrador, vinculadas a los paisajes de su juventud como las etapas de un viaje sentimental que es evocado por el hombre maduro con una mezcla de piedad e ironía.
Cornia muestra la intimidad de Ugo sin veladuras ni sobreentendidos, de una manera franca, directa, introspectiva que retrata al muchacho como un ser esencialmente inocente y al mismo tiempo bastante lúcido, capaz de agradecer los dones recibidos, de sobrellevar los estragos del desamor, de apreciar el valor de las pequeñas cosas. La distancia, el humor, una mirada decididamente hedonista -y también algo melancólica, en la medida que celebra los gozos efímeros- impiden que su relato caiga en los enojosos terrenos del sentimentalismo, pero es sobre todo la escritura, el modo no lineal, alejado de toda solemnidad, en que se rescatan los distintos episodios, lo que hace de Casi amor un libro no sólo divertido, sino luminoso, cautivador. De la naturalidad con que fluye la prosa, sumada a un admirable sentido del ritmo y a la frescura de la voz narrativa, surge el peculiar encanto de un escritor que sabe combinar los registros cómicos y dramáticos en un discurso amable pero no banal, caracterizado por una contagiosa profesión de vitalismo. Es una narrativa ligera y aparentemente sencilla, pero ya sabemos que hay pocas cosas más difíciles en literatura.
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