Cultura

"Planteo las canciones como un camino de la sombra hacia la luz"

  • El cantautor asturiano se encuentra estos días de gira con su último disco, 'El manifiesto desastre', un trabajo de "claroscuros" con algunos de los momentos "más duros" de su carrera, afirma

En 2001, después de haber formado parte de dos bandas emblemáticas de la primera generación del indie nacional, Nacho Vegas (Gijón, 1974) publicó Actos inexplicables, un álbum en el que el guitarrista se atrevía a cantar por primera vez, y en español, y en el que la abrasiva distorsión y la experimentación de antes se disolvían ante la claridad polvorienta del rock americano y los ecos de varios de los gigantes de la tradición de singer-songwriters y del folk confesional, Bob Dylan, Leonard Cohen, Will Oldham y Nick Drake a la cabeza.

El movimiento, "arriesgado aunque natural", dejó perplejos a muchos seguidores de Eliminator Jr. y Manta Ray, y marcó el comienzo de una discografía mimada habitualmente por la crítica, especiada con cierta leyenda tóxica y seguida con ardor por una legión de oyentes cada vez mayor. Estos días está de gira consu último trabajo, El manifiesto desastre (2008, Limbo Starr) que anoche presentó en Valencia.

-Da la impresión de que es uno de esos músicos que conciben su carrera como una sólida unidad...

-Cada cosa que hago la interpreto como un pequeño paso en un camino que espero que sea mucho más largo, sí. Músicos con largo recorrido, como Dylan, han sabido adaptar su repertorio a cada época, y ése es para mí el gran referente.

-A lo mejor le falta perspectiva, por lo reciente, pero ¿qué es al menos lo que quería sacar en la foto con El manifiesto desastre?

-No suelo tener una idea muy fija cuando entro en el estudio. Es a posteriori cuando empiezo a buscar un sentido a las canciones. Yo creo que es un disco de claroscuros, como todos mis discos. Para mí son importantes esos contrastes, esas contradicciones incluso.

-Hay cierto consenso en que es su obra más, entre comillas, luminosa. ¿Está de acuerdo?

-No. Los críticos, los periodistas, todos, yo también, cuando hablan de un disco siempre acaban siendo un poco reduccionistas. Decir que éste es mi disco más luminoso se queda algo corto, porque probablemente contiene algunos de los momentos más luminosos de mi carrera, pero también algunos de los más duros. Me gusta plantear las canciones como caminos que parten de las sombras hacia la luz.

-Siempre ha tratado con sorna su sambenito de maldito (tituló un EP 4 nuevas dramáticas canciones de Nacho Vegas). ¿Le molesta esa fama? ¿Le aburre, le hace gracia?

-Ninguna de esas cosas... Ningún artista tiene vocación de maldito, yo creo. Eso sólo depende de la mirada de los otros. Dicho con humildad, intento hacer música que tenga muchos matices y que diga lo que yo quiero decir, guste o no. La música popular juega con un lenguaje que se puede escuchar de una manera muy ligera, pero yo trato de no quedarme en la epidermis.

-Al margen de cuestiones como la complicidad personal o musical, ¿pueden interpretarse sus colaboraciones con Bunbury y Christina Rosenvinge como un intento de llegar a un público más amplio?

-No fue un criterio relevante. Es cierto que con Enrique, por ejemplo, la experiencia ha provocado que una parte de su público, más masivo, se haya acercado a mí. Pero no fue algo vinculante al empezar. A mí lo que me interesa es hacer canciones sinceras e incluso un poco ingenuas; la finalidad práctica de las canciones se me escapa...

-Pero ha dado un salto. Últimamente hay quien le define como icono generacional, en parte, supongo, por lo significativo de su trayectoria, del indie a la, digamos, adultez de la canción de autor...

-Uno tiene que abstraerse de las cosas malas que digan de uno e incluso de las cosas muy buenas.

-Independientemente de qué se cuente, en español se desnuda uno mucho más. ¿Fue eso lo que provocó tanta sorpresa, aparte del cambio de registro musical?

-Todas las generaciones tienen sus virtudes y sus defectos, y probablemente el mayor vicio de quienes empezaron a hacer música a principios de los 90, incluido yo, fue el abuso del inglés. Pero la gente que permanece siempre optó por cantar en su lengua, de manera personal y dándole importancia a los textos: Los Planetas, Sr. Chinarro, Fernando Alfaro... En cuanto a la música, grupos como Lambchop entonces eran, o se suponía que lo eran, muy horteras; y ahora resulta que el folk es lo más in...

-Para cierta crítica es usted casi un fetiche. ¿Le presiona esto?

-Hay gente que escribe de música a la que respeto mucho, y a la que quizá atienda más de lo que me gustaría. Pero esto hay que verlo con más perspectiva. Leí una crítica durísima de Melody Maker cuando Nick Drake publicó Pink Moon... A la música, que es tan inmediata, hay que darle tiempo. A mí me haría mucha ilusión que hablaran bien ahora de mi primer disco.

-Siempre hace equilibrios entre la impostura y una sinceridad impúdica. ¿Cómo se lleva con el personaje que se sube al escenario?

-Bueno, hay dos tipos de personaje. El importante para mí es el que tengo que crear para que asuma la primera persona que habla en muchas canciones, porque necesito hablar a través de alguien no para esconderme, sino para intentar buscar mejor la verdad en las cosas que quiero contar y para interpretar las canciones. Y está el segundo tipo de personaje, relacionado con los alrededores de la música, que me parece irrelevante. A veces he intentado manejarlo, pero... Yo soy un mitómano del imaginario del rock, pero creo que esto tiene que gustar en una medida que no impida apreciar lo importante.

-Está el eterno debate sobre si una canción puede ser literatura, ¿usted qué piensa?

-Todo eso de Dylan y el Nobel de Literatura, ¿no? Pues me parecería ridículo que se lo dieran. El rock es tan poderoso como la literatura. Si hubiera un Premio Nobel del Rock... pero es que no hace falta que lo haya.

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