Pixar o la fábrica de emociones
Dos animadores andaluces forman parte del equipo de 'Up', que se estrena hoy · La película narra la historia de un anciano que escapa de su mundo subido a una casa voladora gracias a un millar de globos
El director Pete Docter (Monstruos S. A.) soñaba con ser un náufrago de una isla desierta del Pacífico para poder escapar de "esos duros días de trabajo en los que te sientes totalmente abrumado por la gente y el caos del mundo". El creador, hábil para dar carne y emoción a sus personajes -suyo es el desarrollo de las historias de Toy Story y Wall-E-, pensó pronto en un protagonista que encarnara esta necesidad de evasión. Sería un anciano cascarrabias y entrañable, uno de esos "personajes gruñones que siempre se hacen querer" y para el que el animador manejaba los referentes de Spencer Tracy y Walter Matthau. Ése fue el origen de Carl Fredicksen, el atípico héroe de Up, la última cinta de Disney/Pixar que hoy se estrena en los cines españoles, un hombre mayor que, tras la muerte de su esposa, se rebela contra la amenaza de acabar en una residencia y decide aprovechar el tiempo que le queda. Idea una imaginativa fórmula para ello: ata miles de globos a su casa y consigue emprender vuelo rumbo a Suramérica.
"Se nos ocurrió esta imagen de una casa flotante sujeta en el aire por globos porque reflejaba lo que estábamos buscando: una forma de escapar del mundo. Pero no tardamos en darnos cuenta de que el mundo está basado en el contacto humano", sostiene Docter sobre su largometraje, que codirige junto a Bob Peterson. Ese contacto humano llegará de la mano de Russell, un explorador de ocho años que Fredicksen sufrirá como polizón de su casa voladora. A pesar del rechazo inicial, el boy scout ayudará al protagonista a descubrir que "la verdadera aventura de la vida no se encuentra en el viaje o en las grandes hazañas, sino en los lazos de unión cotidianos con nuestros amigos y familiares". Quien afirma esto es John Lasseter, fundador de Pixar y productor ejecutivo del filme, un cineasta convencido de que "además de humor, una película tiene que tener alma" y que sigue una máxima que defendía Walt Disney: "Por cada risa debería haber una lágrima".
Una opinión que también comparte el director de Up. "Una película valiosa es aquella que logra que al volver a casa sigas pensando en ella", declara Docter. Pero, añade, "para que una película te conmueva de esa manera, debe contener sentimientos auténticos y, de alguna manera, tener un eco de nuestra propia vida. Es importante que la película tenga ese fundamento de autenticidad y que cree un vínculo emocional con los personajes", argumenta ese autor cuatro veces candidato al Oscar, dos de ellas como guionista por Toy Story y Wall-E.
El equipo de Up, en el que trabajan dos animadores andaluces, el cordobés Daniel López Muñoz y el granadino Rodrigo Blaas, buscaba para este proyecto "un estilo original que se apartara del resto de las películas de Pixar". Los dibujantes encontraron este sello particular en los dibujos de Daniel el travieso y "esa sencillez con la que Hank Ketcham lograba mostrar un pliegue del delantal de la madre con dos trazos". La clave era la simplicidad, ir hasta la esencia. Según cuenta el diseñador de producción Ricky Nierva, "deseábamos despojar la animación de detalles excesivos sin que pareciera de mala calidad". Pero la mala calidad se antoja como una posibilidad reñida con Pixar, unos estudios que han acostumbrado a los espectadores a la excelencia con títulos como Toy Story, Buscando a Nemo, Ratatouille o Wall-E. Up, que también se estrena en formato 3D, no será, según parece, una excepción: tras inaugurar el Festival de Cannes, la crítica definió el proyecto como una joya conmovedora y divertida con la que Pixar, dicen, mantiene intacto el prestigio alcanzado.
También te puede interesar
Lo último