Cultura

Fallece Luis Quintero, el artista que esculpió la libertad en la calle

  • El creador gaditano murió la noche del jueves en su casa de Chiclana a la edad de 54 años

"Sólo la belleza salvará el mundo. Hasta siempre, Luis". Unas pocas iniciales preservan el anonimato de esta hermosa despedida escrita en un simple hoja de cuaderno, y rematada con el dibujo de una rosa, con la que ayer amaneció la base del monumento a la Constitución del 78. En la Jaulájaro de Luis Quintero, el Pájaro-jaula para este Cádiz que a todo le da la vuelta, una humilde misiva reconfortaba el corazón de la cultura y el arte de la ciudad que perdía un latido, el del artista que esculpió la libertad en sus calles.

Luis Quintero ya no estaba, se iba la noche del jueves rodeado de amor, cuentan sus amigos más cercanos, tras los padecimientos de un cáncer contra el que estuvo lidiando en los últimos tiempos. Luis Quintero ya no está pero lo reconocemos en muchos de los rincones de su ciudad, Cádiz, trufada con su obra y sabemos que un poquito del artista se ha quedado con nosotros.

El Pájaro-jaula, el Candado y las estatuas de Quiñones y Ory son algunas de sus obras

De sus manos y su cabeza salieron dos hitos a la libertad tanto con ese encuentro de imposibles (Pájaro-jaula) que nos espera al cruzar las Puertas de Tierra, como con el tributo a la Libertad de Expresión (el Candado) que significa tanto para este oficio y que se levanta en la Glorieta de los Periodistas. Libertad que también se ocupó de destacar en la escultura de ese Ory travieso de la Alameda, que se escapa de su propio pedestal, y la que encontraba Fernando Quiñones en su playa por siempre, vigilante en la puerta de La Caleta.

Pero Luis Quintero Brea (Cádiz, 1963) fue un artista de formación autodidacta y multidisciplinar que no sólo desarrolló su actividad creativa a través de la escultura. La fotografía, la pintura y el collage también fueron terrenos cultivados con solvencia por el autor de otros monumentos públicos como la Pirámide homenaje a los desplazados de Cádiz, en el cementerio de Chiclana, o el homenaje a Carlos Castilla del Pino en San Roque.

Quintero, que fallecía en su casa de Chiclana a la edad de 54 años y cuyo cuerpo fue incinerado anoche, fue un artista prolijo, además de una persona muy querida por todos aquellos que lo conocieron. Buena cuenta de ese amor se dio durante el día de ayer en las redes sociales con palabras de cariño y afecto de amigos y personalidades del mundo del arte como Manolo Cano, José Alberto López, Julián Delgado; instituciones como el Museo de Cádiz, La Casa del Arco en Vejer, la Asociación de la Prensa de Cádiz; y numerosos nombres de la cultura como Juan José Téllez, Blanca Flores, Javier Vela, Rafael Baliña o la diseñadora Ana Sánchez, entre otros muchos.

De hecho, Laure Lacheroy, viuda de Carlos Edmundo de Ory, tuvo ayer un recuerdo especial para la familia del escultor al presentar las Jornadas de la Fundación Ory, donde dijo sentir "una tristeza muy particular" por la muerte de "un amigo íntimo que admiraba a Carlos" y que fue el autor de la estatua del escritor que se encuentra en la Alameda.

"Desde el dolor por la pérdida del amigo", revisaba el amigo y experto en Arte Paco Cano "de manera precipitada" la relación profesional que mantuvo con Quintero. "Hicimos ediciones de fotografías, de esculturas, de piedras intervenidas, hice algún comisariado suyo..., y siempre actuó con una profesionalidad absoluta". Así, Cano lo erige por su "maestría, destreza técnica y conocimiento que tenía de los materiales" como "uno de los escultores más dotados de su generación en España". Así, Cano recuerda cómo el gran Antonio López observando con detenimiento una de sus piezas "comentó asombrado la falta de huella de las herramientas sobre la figura esculpida".

"Generoso en su actitud combativa en momentos de debate, disidente frente a un mercado complaciente, solidario y colaborativo en proyectos compartidos", reflexionaba su amigo Paco que siempre le dará "las gracias" por su obra.

Una cualidad, la de "la generosidad" que destaca la exalcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, en cuyo mandato Quintero realizó sus cuatro grandes piezas de obra pública en la ciudad. "Para mí era un ser excepcional. Generoso, creativo y con una pasión por lo que hacía que transmitía y contagiaba", recuerda Martínez que rememora con mucho cariño el momento en el que el artista le explicó la idea del Pájaro-jaula y resalta su "libertad como creador " en cada uno de los proyectos que hizo para la ciudad durante sus legislaturas. "Personalmente siento una gran tristeza que le he trasladado a su familia en el tanatorio", detallaba.

Con otro servidor público, José María González, lo pudimos ver en mayo, una de sus últimas apariciones públicas, cuando el actual alcalde lo recibió en el Ayuntamiento para hablar de la obra del artista. Una obra que no sólo la encontramos por las calles de nuestra ciudad, también en instituciones públicas como la propia colección de arte del Ayuntamiento de Cádiz (colección Hércules), la de arte contemporáneo de Diputación (colección Aduana), en la colección de Cajasol en Sevilla o en el Museo de Cádiz al que, por ejemplo, hace más de 10 años donó su obra Cadenas, una pieza realizada en bronce y acero que se presume como crítica a los medios de comunicación pero que, irónicamente, fue escogida por la TVE como imagen de su felicitación navideña en su cincuenta aniversario.

Exposiciones en la provincia de Cádiz, Sevilla, Málaga, Madrid, Bilbao, Santander o en países como Holanda y Finlandia, además de su participación en iniciativas culturales populares y de raigambre ciudadano, como aquella primera Ruta Quiñones para la que Quintero hizo el cartel, lo certifican como uno de los artistas más interesantes de su generación.

Un constante buscador de impresiones, un hacedor de sensaciones que desde pequeño se dio cuenta de su habilidad para el dibujo al que se dedicó "con todas mis fuerzas y debilidades", dejó dijo el hombre que a los 18 años compró su billete a Holanda vendiendo su colección de discos "y una flauta travesera". Una experiencia " determinante" para Quintero que resistió "unos meses por allí vendiendo algunos dibujos". Tan definitiva como los tres años que trabajó en una marmolería en la que entró de aprendiz cuando regresó a España. "Allí aprendí los entresijos de la piedra y, en el tiempo libre pintaba, participaba en conciertos y devoraba todo lo que caía en mis manos que guardase relación con el arte". Y ya no soltó al arte, ni el arte soltó a Quintero que lo abrazó para reflexionar sobre la libertad, la opresión, el paso del tiempo, la vida y la muerte. Para, si acaso, abrir más preguntas (¿qué otra cosa se puede hacer cuando no hay respuesta posible?) en los lienzos en blanco que han inquietado al hombre desde el principio de los tiempos (¿no es acaso éste el cometido del arte y el pensamiento?). Luis Quintero se fue, y no se ha ido.

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